TodoMonteria

Toda situación crítica toma fuerza y cuerpo alimentada por los pensamientos y las opiniones externas. Y ésta no era una distinta. Vamos al grano, pues estamos en el último día de la temporada y ya no hay vuelta atrás; tenemos que cazar en la cara norte de Gredos donde ha caído un nevazo de aúpa. Donde hace una semana hacía un sol de justicia ahora los caprichos de la naturaleza se han echado el capote blanco y helado sobre los hombros y a mecer sus cabellos a los vientos. Estamos casi en marzo y la sierra saca sus tacones de baile y se pone guerrera. Si me queréis, quedarse. Y allá que fuimos.

Los accesos están jodidos, helados y con poca opción a equivocarse. Hay que juntarse en todo terrenos que lleven zapatos de campo, no ruedas lisas. Pertrecharse de una buena coraza para los fríos, de ganas de andar y de paciencia. Hoy es un día para no olvidar. La sierra se ha vestido de novia impoluta y está hermosa y gallarda, pero muy guerrera para marcar con nuestras huellas su tez y nuestras vidas.

Lo reconozco, hubo un momento de crisis total, justo antes de sacar las armadas. Y fue un servidor quien sacó la maldita palabra a la palestra: ¿suspendemos? Lo dije con tan poco convencimiento como fue recibido por mis dos compañeros. Hay que echarle dos cojones, si hay que andar se anda. Hay que cambiar las sueltas para comenzar de sopie a cuerda, un palizón. Y los puestos tardan hora y media en llegar. Somos hombres o ratones. Vamos para adelante con las orejeras puestas. Hay que sacar las armadas y soltar los perros. Hoy estamos aquí y mañana ya veremos. De los cobardes nunca se ha escrito. Y llevamos mucho organizado, mucha gente involucrada, dos docenas de recovas, media de mulos… maíz para colmar todos los cines del mundo y tenemos que dar la cara ante todo y ante todos.

Costó llegar y más aún costó soltar los perros. Camiones atascados, coches también. Pero entre unos y otros logramos comenzar pronto y no terminar demasiado tarde. Voy a lomos de Talibán que hoy descubre la nieve. Le impacta su tacto afable, gélido y traicionero, pues la nieve todo lo tapa y lo cubre de hermosura. Y si baila con el viento, quema.

Pocas veces hemos estado tan orgullosos de todo el equipo. De los que están entre bastidores y los que ocupan la primera línea. Hoy los perreros han echado los restos y han demostrado que la unión hace la fuerza. Pero los monteros guardan más mérito, por lo complicado del acceso, así como por aguantar los hielos y las calamidades de la espera.

La caza llegó, tarde pero llegó. Y uno a uno los cazadores también, sanos y salvos, así como los perros y perreros. Quizá el el rezo común a Nuestra Patrona de Guadalupe hizo que saliera aquel rayo de sol para hermosear el entorno y recordarnos que admirar y pasear la naturaleza es también una forma de rezar.

No me gusta hablar de números, pero en esta ocasión es justo hacerlo. Llegaron 42 marranos a la junta y unos cuantos venados, tarde pero llegaron. Haciendo recuento real de los agarres y de los que por absoluta imposibilidad fue imposible traer sumamos 50 marranos.

Nuestro agradecimiento a Rodrigo López del Hierro, a Juan Díaz Capelli y todo su equipo. A los perreros que no se amilanaron. A todos los cazadores que ese día echasteis el pie al frente para recordar que los días de sol ayudan a disfrutar del campo. Y los de ventisca a recordarnos que la afición hay que alimentarla con valentía, esfuerzo y tesón.

Gracias de corazón por estar a la altura de las circunstancias y entender lo que hay detrás de la preparación de una gran montería. Con vosotros lidiaba yo seis toros en el Nou Camp. ¡Vivan los cazadores españoles!

M. J. “Polvorilla”