TodoMonteria

Papá, te escribo estas líneas desde la habitación en la que, por desgracia, estoy compartiendo contigo nuestros últimos abrazos, besos y cariños. Todavía estoy en shock, sin creerme que te pierdo por minutos; pero, mientras tanto, permanezco a tu lado en estos últimos momentos y aprovecho de ti hasta el último aliento, observando cómo, incluso dormido, te muestras elegante y señorial, tal y como te has mostrado siempre en tu vida.

Tú me diste la oportunidad de entender la vida desde una perspectiva diferente, porque tú eres cazador y me has regalado el poder serlo yo y compartir los momentos más inolvidables a tu lado. En ocasiones tensos e incluso rabiosos, pero siempre repletos de sabiduría y, sobre todo, de buena voluntad. No puedo estar más agradecido porque me hayas inculcado tus conocimientos, por tus consejos o por tantas historias como me has contado. Y no puedo sentirme más privilegiado por haber podido compartir contigo tantas vivencias y por haber saboreado a tu lado esta afición, la caza, que me ha aportado tantos buenos valores para trasladar a la vida.

Porque somos cazadores quiero que sepas que, por encima de todo, valoro el respeto. El respeto a la naturaleza, a los animales, tanto hacia los que cazamos como hacia los que nos acompañan durante la cacería y que, desde su atalaya, observan como nos adentramos en su hábitat, como intrusos, para cada día llevarnos a la cama algo más aprendido y, por lo tanto, la satisfacción del deber cumplido.

Respeto a nuestros compañeros y amigos, tanto en las cacerías como en la vida, sin distinciones, sin vergüenza y sin falsedades ni mentiras. Siempre de frente y con entereza y nobleza, tanto para saber pedir perdón si cometemos errores, como para argumentar y defender nuestros principios y creencias ante quien sea. Y, por supuesto, estando dispuestos a ayudar y a tirar del carro siempre, sin pausa y con alegría ante las adversidades. Y siempre, como tú decías, dejando el pabellón bien alto para poder volver a entrar donde en algún momento nos han abierto la puerta, independientemente del motivo o el ámbito que sea.

He sido un privilegiado porque he compartido contigo innumerables momentos, tanto laborales como de ocio, en días largos que empezaban y terminaban con kilómetros de conversación, en jornadas de trabajo y cinegéticas, unas veces de montería o rececho, otras de ojeo y otras tras las perdices con nuestros perros, tanto fuera de nuestras fronteras como por todos los rincones de España, país que he conocido, en gran parte, gracias a ti. Y, por supuesto, con el Madrid, vaya tensiones que hemos vivido juntos, cuando nos exaltábamos en el sofá de casa y nos miraban como si estuviéramos locos… Pues tal vez un poco sí, pero siempre he sentido que tú y yo nos entendíamos de una manera especial.

Hoy puedes irte en paz y tranquilo, porque mamá y tú lo habéis hecho bien y nos habéis enseñado, tanto a mí como a mis hermanos, a entender la familia como el mayor valor que vamos a tener en la vida, y puedes estar seguro de que, con mamá a la cabeza, todos tus hijos y nietos seguiremos juntándonos al son de la guitarra a cantar las canciones que siempre nos han unido y que llenaremos todos nuestros encuentros con felicidad y alegría, y por supuesto, con alguna que otra discusión, con algún tono más alto que otro… Que no decaiga…

Papá, te quiero muchísimo. Siempre me has mostrado tu apoyo y tu generosidad, a tu manera, pero ahí has estado y cada día sin ti será duro, pero tu recuerdo permanecerá en mis pensamientos cada día y cada jornada de caza, donde sea y en las circunstancias que sea.

Nunca te olvidaré…

 

Por Luis Arjona y (AR-Hunting) y Miguel Arjona.(Relaciones Institucionales en Huntts y Fundador de AR-Hunting)