La violencia gratuita no parece tener límites en un colectivo animalista que se cree impune, y la respuesta por parte de la policía foral debe ser contundente. De no ser así, el avance de este movimiento animalista radical se traducirá en una escalada violenta hacia todas nuestra tradiciones y animales objeto de aprovechamiento ganadero o industrial, perjudicando intereses del mundo rural vitales para el desarrollo diario de nuestros pueblos.