El pasado 24 de enero, Gescaza cazó por Administración la finca Los Embudillos, en Aldeaquemada.
Se cerró con 33 puestos y fueron 10 las rehalas que batieron las 500 has cazadas.
La mancha de los Embudillos es colindante con la Sierra del Oro, en la provincia de Jaén, su orografía es quebrada formando muchos barranquillos y testeras que la hacen muy adecuada para la práctica de la montería.
La reunión y el desayuno se realizaron en la casa vieja de La Parrilla, y a continuación nos desplazamos muy organizados a cercar la zona a montear.
Sobre las 11:15h se soltaron las diez rehalas que realizaron una bonita batida con constantes lances y muchos disparos. Al termino de la jornada se cazaron 120 piezas, con 44 venados de calidad normal, 37 jabalíes, con 7 navajeros y uno bronce, y 39 ciervas. Hay que destacar que un puesto cobró 17 piezas. El tiempo acompañó bien y pasamos un buen día entre amigos, con una gran relación calidad precio.
A.V.
Ocho de Febrero. Nueve de la mañana. Ese era el día y la hora la hora en el Vegas del Sever daba cita a los monteros para cerrar la temporada cazando en la finca Los Enamorados. Lugar de encuentro: el restaurante Piedrabuena de San Vicente de Alcántara,.
Muy tarde comenzó el sorteo, el cual se hizo por armadas y a puesto corrido a través del bingo, que fue el encargado de repartir la fortuna entre los monteros.
La ventaja, que no había demasiados puestos, por lo que la distribución de las armadas fue rápida.La montería del día anterior se había extendido y se le notaba en la cara a los monteros, que esperaban disfrutar de otra entretenida jornada montera, pero en esta ocasión, a cochinos.
El reloj marcaba las doce cuando llegábamos al puesto. En suerte, el doce del cierre de la Botica, último puesto, lo cual me agradaba sobremanera. Estaba en mitad de un encinar, dominado por abruptas formaciones de canchas, abrigadas por tojos y grandes zarzones. Aquello parecía el paraíso del jabalí.
Antes de la suelta únicamente pude escuchar un disparo en el cierre de Las Minas. Así, eran las doce y media cuando se soltaban las rehalas que iban a cazar la finca al choque, de ida y vuelta. Una extraña tranquilidad dominó en los primeros compases monteros, y no fue hasta que llegaron a los primeros zarzones cuando comenzaron a escupir marranos.
Lo primero en rebasar mi postura fueron dos ciervas, que alocadas se salían del cazadero. Hoy no había cantidad, por lo que no hice ni el ademán de apuntarlas. Los disparos se iban produciendo salpicados en el tiempo, con ladras que empujaban a los jetudos a las posturas. Tan solo un contratiempo con una vaca parida perdida hizo que el ritmo de caza parase.
Poco a poco la montería se fue apagando cual candela sin leña, y el reloj marcaba las tres y media cuando los perros venían de vuelta. Todo recogido ya exceptuando el rifle, esperando la llegada del postor, cuando las rehalas que traían la mano de Esteban Cuadrado se adentran en unos zarzones próximos a nuestro cierre y dan de nuevo con cochinos, que escurridos, habían buscado la espesura para zafarse.
Se libra una intensa batalla en el interior del zarzal, uno es apresado, otro reparte leña dentro, y otro sale disparado como un cohete en mi dirección. A la voz de ahí va el guarro me preparo, ya lo escucho…, y se me escurre por mi derecha.
Le lanzo una salve fallándolo, pero no me rindo, corro hacia mi derecha a ver si lo veo atravesar un clarito y efectivamente, allí va. Le lanzo otras dos salves quedándome con él, …pero no deja de correr.
Los canes, que lo perseguían con ahínco, lo paran y apresan, el cochino da leña y finalmente le quité las penas con el cuchillo.
Como me dijo Esteban, “del hocico al rabo, todo es toro”. Yo me hacía con el mío, las rehalas con el que se apresó en el zarzal, pero el grande, ese que se lo sabe todo, se salía por el puesto contiguo más feliz que una perdiz, dado que su ocupante se había retirado.
Finalmente partimos hacia la comida, donde esperaban unas buenas judías mientras los monteros comentaban sus lances, afortunados unos, desafortunados otros, en lo que había sido la guinda del pastel de esta buena temporada para Vegas del Sever, cobrando 18 jabalíes con dos buenos navajeros, y 1 bonito venado de diez puntas, en un día frío y ventoso, pero soleado.
Carlos Casilda
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