TodoMonteria

Se oía el palpitar de un martillo sobre la forja. Caminé despacio, pues sabía que no iba a ser un encuentro usual. Iba dispuesto a encontrarme con uno de esos bohemios que está en contra de todo lo que tenga que ver con el futuro, pues su corazón está puesto en tiempos pasados al saberse fuera de su tiempo. Quizá por eso nos haríamos amigos.

 Tiene una de esas miradas que impone con verla. Avispada, amigable, pero tremendamente impredecible. Es achinada, sonriente pero con un ápice de locura. Sobre ella una frente amplia y despoblada. Bajo la línea de luceros pequeños y rasgados, una sonrisa casi sempiterna. Es Íñigo Flores y Bernaldo de Quirós, uno de esos románticos que corre para atrás para no perder la esencia de la vida. ¿cuál es esa? Pues la de saber que la felicidad no es una meta, sino un camino.

Nos estrechamos la mano en un sincero apretón. Conocía a la persona pero no al artista. Y ahora lo tenía delante; en una fragua candente apañaba desde escoplos hasta viguetas de arado. Pero no, no es ese su oficio, lo primero es para darle uso al taller. Porque aquí donde le ven tenemos delante a un pintor, un poeta y un escultor. Porque con sus manos teje poemas, dibuja lienzos o esculpe verdades a golpe de hierro y maceta. Porque el arte no es una figura o una partitura. El arte es saber emocionar al público, escribir entre líneas lo que sólo quieres que unos pocos vean -los deseados-. Flores no es un tipo fácil ni afable, no es adorable ni dicharachero, pero es auténtico. Y su obra es un fiel reflejo de que sólo quiere gustar a los que saben entenderla. Da pocas explicaciones pero, cuando le tocas la fibra, te abre el corazón y se parte en dos.

Nos vimos hace poco en una de sus exposiciones. Con su talante único me trasladó que tenía una obra hecha para mí. La acepté sin verla. Pude admirar siete cabezas de toros entrelazadas, simbolizando la armonía de la familia y el descontrol de la convivencia. El orgullo de la bravura y el sosiego de la manada. La fuerza del equipo y la vulnerabilidad del individuo.

No dejéis de seguirle. Uno de esos locos que están más cuerdos que todos los pensadores del mundo…. O quizá uno de esos idos en un país de cuerdos que, para camuflar esa vida de desdichas, se ha hecho fuerte a base de yunque y martillo, de dar la mano y no echarse atrás. De buscar en la sencillez del metal la creación de auténticas obras de arte.

Su nombre es Iñigo Flores y Bernaldo de Quirós. Y es uno de los mejores artistas de nuestro tiempo.

 M.J. “Polvorilla”.