Todomonteria

Con motivo del reciente fallecimiento del Cura Ventura, publicamos este texto que se escribió en el año 2011, y que nos manda uno de sus amigos monteros más fieles y leales. Cazador que junto a sus hijos, disfrutó durante muchos años del buen hacer de Ventura Soriano y Juan García en la Asociación Cinegética Malagueña.

Sirva este documento como humilde homenaje al Cura Ventura y a su inseparable Juan García.

Asociación Cinegética Malagueña.

(Carboneras 1994-2010).

Algo se muere en el alma….

Javier Pardillo Mayor.  Madrid 15 de septiembre de 2011

 

Estoy preparando el calendario de monterías de la nueva temporada, este año flota en el ambiente algo diferente, normalmente la temporada la iniciamos en la finca Las Carboneras, en la Cardenchosa y de la mano de la Asociación Cinegética Malagueña.

A la altura que estamos no me han mandado el programa, ni me han llamado para darme la información sobre las fincas que tienen.

Por un amigo me he enterado que Las Carboneras no la va a dar la Cinegética, he contrastado la información y es cierto, también me informa que es posible que  la Asociación Cinegética Malagueña desaparezca como orgánica y por este motivo no han preparado nada.

Sin querer vienen a mi memoria la gran cantidad de acontecimientos que hemos vivido durante estos años monteando con ellos, principalmente en esta finca, Los Lagos de Carboneras, además de La Aljabara de Espínola y Zahurdillas, tres fincas que eran el plato fuerte de esta Orgánica, sin darme cuenta me planto delante del ordenador y comienzo a escribir.

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En  un lugar de Sierra Morena de cuyo nombre siempre me acordaré.

Corría el año 1992, un  buen  amigo  nos propone  una  montería  en  Córdoba, las previsiones   cinegéticas  superaban  con creces   nuestras  expectativas,  hasta  la fecha habíamos acudido  a  alguna por la zona de Guadalajara con mas  pena  que gloria, tenía  balas  con mas km. que una vuelta  al mundo. En el asunto económico iríamos doblando puesto, eran 75.000 pts. y nuestros bolsillos no se lo podían permitir.

En aquella ocasión yo  estrenaba el  todo terreno  de mis sueños, un Range Rover, rifle  y  todos  los  complementos propios de  un  “montero  principiante”,  sacar  el vehículo del taller, ir a la armería en Alcobendas a por el  rifle, recoger a Camilo y a  Angel  Luís  y salir dirección Andalucía fue todo de tirón.

 

De Madrid y por mediación de D. Manuel  Prieto  de Villaviciosa,  fuimos unos 30 puestos, con mas ilusión que experiencia  montera,  nos  alojamos en el Hostal Stop, en Espiel y lo desbordamos teniendo el propietario que buscar camas en otros lugares ya que no cabíamos tantas personas.

Después de la cena se montó “la mundial”, Pelo Pincho por flamenco, su cuñado “Tomatito” a la guitarra y los demás llevando el ritmo como podíamos, nos bebimos hasta el agua de los floreros, dejamos el bar sin güisqui y el dueño tuvo que salir a buscar por otros bares del pueblo, sobre las 2:00 nos dio las llaves y nos dejó el local para nosotros, nos encamamos a las 5:00 de la madrugada, a las 6:00 se presenta Marcelino Sierra que llegaba desde Madrid aporreando las puertas, la cabeza explotaba, los cuerpos no eran cuerpos pero había llegado la hora de tomar la alternativa.

Mis primeras Carboneras, en el sorteo me toco un puesto pegado a la malla que entonces tenía la finca en la parte que linda con La Vaquera, nuestro orden de salida fue de los últimos, metidos en una furgoneta sin visibilidad, el postor se perdió 2 veces para encontrar la armada, mientras tanto el resto de puestos que ya estaban colocados parecía que estuvieran en guerra, aquello parecía las fallas, mi puesto tenía como tiradero el ancho del propio camino así que me subí en una peña con el fin de dominar el máximo de terreno y a esperar.

Desde mi puesto veía la parte baja de la finca, las continuas carreras de venados, cientos de pepas, no me lo podía creer, de pronto frente a mi hay un venado tapado por una roca, solo veo los cuernos y no puedo tirar, le tira Ariel mi compañero de puesto desde donde el estaba, no lo toca y se desplaza hacia mi derecha tapado por los pinos, miro al camino y a unos 50 m. empiezan a pasar una docena de pepas una detrás de otra, encaro el rifle y el último que sale es el venado, se para al llegar al camino, solo tiene tapados los cuartos traseros, le apunto a la caja de cambios pero no consigo disparar, estoy bloqueado, el animal da un paso para continuar la marcha y pienso “que se va”, en ese momento aprieto el gatillo, pega un salto, se mete al monte y le oigo patalear en parado, después iré a verle ahora no puedo ni moverme del sitio, el corazón se sale por la boca, una temblaera me agarrota el cuerpo, que tensión, la adrenalina me salía a chorros, en el tiempo que duró la montería no tuve tiempo ni de tomarme un café que traía preparado.

Oigo una ladra que sube por el mismo camino por donde pasó el venado, meto el camino en el visor y apareció un marrano que no tocaba el suelo, disparo y se tapa con el monte, al momento llegan los perros al agarre, voy hacia allí repechándome para entrarles por encima, cuando llego solo se mueve por los tirones de los perros,  unos 70 kg. pero con buena boca.

Vuelvo a mi puesto mientras mi compañero no para de tirar entre los pinos ladera abajo, llevaba una superpuesta de plato (se quedó sin balas y no tocó pelo).

Ocupo mi peña y al otro lado de la malla veo un venado que viene en mi dirección, aunque se acerca no le puedo tirar esta en la otra finca, no se como pero debía tener un portillo la alambrá y se coló a lo nuestro, pasó a no mas de 20 m. de mi, le  largo dos tiros y cae muerto en el mismo camino.

No me lo puedo creer, hasta ahora a las  monterías  que he acudido había que tener mucha suerte para ver algo y aquí ya llevaba 3 reses.

 

Termina la montería, vamos hacia la comida y la  junta de carnes, ¡madre mía que espectáculo! remolques y remolques de reses así hasta 147 venados y 52 marranos, de ellos unos 20 con  bocas espectaculares, el mío que era bueno se quedaba por debajo de muchos.

Estos venados eran los  primeros de  mi  vida  como  cazador y el marrano el mejor de los pocos que había abatido hasta entonces, (hasta la fecha, el mejor que tengo) supongo que este es uno de los motivos por lo que tengo a esta finca un cariño especial, lamentablemente no tengo ninguna fotografía de aquella montería.

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En la Cardenchosa esperando el sortero para las segundas Carboneras, Alfredo, Manolo, Julian, Oscar, Sierra, Manolín, Federico, Mario, J. Antonio, Jose, y yo.

Repetimos la temporada 93/94, otro año con resultados parecidos, ese año aplazaron la fecha 2 veces, el motivo fue que vendieron la finca y había cambiado de dueño, se dio el 12.02.94.

En la temporada 94/95, no tenía localizado quien la daba, ojeando una revista de caza veo un programa en el cual se incluye esta finca, llamo para pedir información y me atiende Juan García “Juani”.

Oiga, ¿la finca Las Carboneras que tiene en su programa es la que está en la Cardenchosa?. Si, la misma. ¿Me puede explicar las condiciones?.

Me las explica y reservo un puesto, se dio el 01.11.94, la única vez que se ha dado dos veces en el mismo año.

Acudimos a alguna mas de su programa y quedamos muy satisfechos, al año siguiente cogí un programa a medias con otro montero de Majadahonda que tenía una floristería y solo podía cazar el domingo, como mi acompañante era mi hijo Mario menor de edad, me venía bien cazar el sábado y regresar a casa sin los agobios del retorno.

Entre muchas otras y como “emblema” de la casa se incluían La Aljabara de Espínola y Zahurdillas, esta última ya la había cazado un par de años antes con otros orgánicos.

En una ocasión el La Aljabara nos tocó en el cierre de Palancares, nos entra un venado y le digo a Mario,  ¡ahí lo tienes!  dispara y  el animal  comienza un  trote  desplazándose  hacia  nuestra  derecha,  le descarga el Sauer y mientras recarga yo le vacío el FN., repite los tiros así hasta un total de 11, al poco oímos en el puesto contiguo al nuestro dos taponazos y todo queda en silencio, descorazonados y humillados continuamos en nuestro puesto sin encontrarle explicación a lo sucedido, menos mal que Mario se colgó un venado y un cochino que nos quitaron el mal sabor de boca.

Cuando acaba la montería y mientras vienen a recogernos nos acercamos al puesto de al lado que estaba ocupado por un matrimonio con el que cazábamos todo el programa y teníamos una buenísima amistad.

Tiene un venado muerto en el mismo camino con un tiro en la panza y otro en el cuello, le pregunto.

(…), ¿es ese el venado que te ha entrado por nuestro lado?

¡Si!

¿Te importa que le eche un vistazo?

¡No faltaba mas!

Miramos sin mucho detenimiento aquel venado que nos había “toreado”  y no encontramos nada que indicase que era nuestro.

¡Pues nada! A ver si nos recogen y nos llevan a la comida.

Desde que dejamos el puesto no paramos de darle vueltas al asunto, después de comer le digo a Mario, es imposible que ese venado no tenga un tiro nuestro, vamos a repasarlo bien. El venado ya no tenía la cabeza pero esa no era la cuestión, buscando a contrapelo y detenidamente le encontramos 2 agujeros en la panza que no daban sangre y que por el cabreo del momento no habíamos encontrado en el monte.

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La casa de Zahurdillas desde el nº 1 del Banderín.

A la mañana siguiente cazábamos Zahurdillas, en la mesa del desayuno coincidimos con la pareja frente a frente, allí estaba la Sra. mientras que el esposo había ido a por los churros, le digo (…) ayer nos pusimos a buscar algún tiro nuestro y le encontramos 2 en la panza, sin pensarlo dos veces se vuelve, llama al esposo y le dice,  (…) ¡mira lo que dice Javier! el venado es suyo, le contesta el marido ¡pues ahora mismo se lo traigo!

¡Ni se te ocurra!, en primer lugar porque los lances se aclaran en el puesto, segundo porque lo has matado tu y de no ser así hubiera muerto cuando le hubiese llegado la hora pero no lo habríamos cobrado, tercero y mas importante ¡Porque no nos lo merecemos!, allí quedó zanjado el asunto.

Allá por el año 1998 acudíamos a la montería de Los Membrillos, Federico Cea, su nieto, Mario y yo, con el fin de acortar el recorrido nos fuimos por Ciudad Real, Almaden, Alcaracejos hacia Peñarroya.

Estaba llovizneando y nos faltaban unos 3 Km. para llegar, sin saber como el coche se sale de la carretera, meto las ruedas derechas en la cuneta, volcamos y nos arrastramos de costado hasta el hueco de un arroyo que cruzaba por debajo de la carretera.

De un golpe nos plantamos sobre las 4 ruedas y digo “nos plantamos” porque el barro llegaba hasta media puerta.

Pregunto ¿cómo estáis?, todos bien menos Federico, se queja de la muñeca izquierda, ¡Javier creo que la tengo rota!, le miro y veo que la posición del antebrazo no es la normal (no exclamó ni un quejido), salimos del coche y ya en la carretera llamo por tlf. a mi compañía de seguros que se encarga de poner en marcha todo el operativo.

Llamo a Juani y le explico lo ocurrido para que no cuente con nosotros, cuando llegaron la Guardia Civil, la ambulancia y la grúa, Juani ya estaba allí.

La ambulancia llevó a Federico a Pozo Blanco donde le hicieron unas radiografías y una cura provisional, tenía rotos el cúbito y el radio, necesitaba una operación para recomponer la fractura.

Juani nos llevó al hospital y de allí al hotel en Peñarroya, insistí para que se marchara porque el tenía que estar temprano en la junta, no se marchó hasta que nos dejó instalados, serían mas de las 4:00 de la madrugada.

Mi hijo Oscar (el mayor) quería acompañarnos a una montería “buena”, elegimos Carboneras y nos fuimos los tres, el, Mario y yo, nos toca una traviesa y nos entra un  venado, le tira con la escopeta de caza y lo pincha por debajo del cuello, el venado cruza por delante mi y lo remato, viene corriendo, dando gritos ¡papá que le he dado yo!, tranquilo que el venado es tuyo, nos abrazamos y el griterío que formó fue de escándalo, hasta tal punto que los del puesto de al lado nos llamaron al orden (con razón), en el coche de la recogida les expliqué lo ocurrido y le felicitaron. Pensé que ya tenía otro cazador mas pero no ha sido así, sin ser detractor de la caza, no la práctica, en alguna ocasión ha vuelto a repetir que quiere volver a “una buena”.

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Oscar con su venao de novio, 12.02.04

Otra anécdota mas en Carboneras, nos había tocado el puesto nº 1 de una traviesa, Mario tiró un venado que se metió detrás nuestro en un sucio de jaras y pensamos que estaría muerto, cuando pasan los perros de recogida le digo al perrero que haga el favor de mirar, no hizo ni caso.

Termina la montería, los coches pasan por nuestro puesto pero van a recoger empezando por el último, metemos los trastos en uno y le digo al conductor que mientras vuelven vamos a buscar el venado.

Mirando entre la jaras se levanta y sale a unos limpios a trompicones, trotaba 100 m. y se echaba, nosotros corríamos 50 m. con intención de cogerlo y se volvía a levantar, así hasta que lo dejamos por imposible. Llegan los coches y les cuento la batalla, doblamos un camino  y allí en la ladera de un regato seco está el venado echado, le digo al conductor que pare, monto el rifle y voy  a por el, del vehículo sale un montero  cuchillo  en  mano  que  me  dice, ¡déjeme que lo remate!, vale pero si se levanta le tiro, va hacia el venado y este dobla la cabeza, cuando llega al remate esta muerto.

Aquel montero era D. Emilio Jiménez, entonces Capitán de Montería de la Peña Monteros de Sevilla, columnista en diferentes revistas del sector, en la actualidad presidente de La Peña Los Zahones y director de una importante revista con el que nos une una gran amistad desde aquel afortunado lance.

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Juani y Mario con el marrano de la “colitis”.

En Los Membrillos Mario va a un puesto y Javi y yo a otro, Mario llevaba desde el día  anterior con una colitis que se iba por la “patilla abajo” cuando acaba la montería y llegamos a la junta, allí estaba con la cara descompuesta, le pregunto ¿cómo estas? contesta, regular tirando a mal ¿has hecho algo? he  matado un buen guarro pero con el pelo malo.

El marrano  tenía un pelo cano precioso  pero de revolcarse en el barro parecía que  tenía  calvas, es el único naturalizado de pecho que hay en mi casa.

Me dio mucha alegría ya que en este tipo de monterías en las que abunda el cervuno, los marranos cuesta sacarlos de sus encames, se suelen matar pocos y hay que tener mucha suerte para que te toque.

Le pregunto por el  lance, cuando te lo cuente te ríes, ¡me ha pillado con los pantalones bajados!, me ha dado un apretón y estaba en esos menesteres cuando por una trocha me ha entrado de frente, según estaba en cuclillas he agarrado el rifle y le he tirado, le metió el tiro por debajo del ojo izquierdo sin salida, aquello tuvo que ser para grabarlo, el guarro rodando y el montero con las vergüenzas al aire y los pantalones por las rodillas.

Otra  mas  en  Carboneras, llego  a  la comida y me encuentro con Juani:

¿Qué has hecho?, no he tenido suerte.

¿Sabes lo que he hecho tu Mario?, no, no he hablado con el… ¡Pues te cuento!, ha venido un perrero y me ha dicho, ¡vaya tio que tienes en el 6 del Siguindón, “ha matao un venao en el aire, le ha salío al cotaero y en pleno salto lo ha dejao muerto”. Ese día abatió 3 venados de tres tiros.

En Zahurdillas nos acompaña mi hijo Javi con 5 años, nos toca el nº 13 de la armada del Aporeadero, en la actualidad este puesto ya no se monta, por no bajar el postor nos indica la colocación desde el puesto anterior, ¿ven Uds. donde está caída la malla?, pues se suben a ella, ese es el puesto.

Teníamos que bajar hasta un estrecho entre la malla del Rancho de los Ciervos y el Cerro Gordo, la malla caída por las corrientes de agua había acumulado tierra y piedras encima de ella y formaba un balcón perfecto de colocación y estabilidad, con mejor visibilidad  que  en el  propio  puesto que estaba marcado en el hondo.

Nos colocamos esperando  que empiece el  baile, de pronto alguien por detrás que nos dice. ¡Buenos días!,  contesto  y acto seguido aquel Sr. de forma totalmente correcta continúa.

¿Qué hacen Uds. aquí? ¡Pues ya ve, monteando!

Pero  lo  que  se caza es lo que está al otro lado de la malla.

¿Quién la ha dicho que se coloquen aquí?

¡El postor!

No señor, Uds. deben bajarse  y  colocarse en la parte que montean porque esto  es otra  finca, le pido disculpas y desmontamos el campamento.

Para bajarnos y  por seguridad  descargamos los rifles, estábamos  comentando lo ocurrido cuando se  presentan delante de  nosotros  dos venados, Mario se echa el rifle  a la cara, intenta disparar y nada después de bajarnos y con el nerviosismo de la situación no habíamos vuelto a cargar.

Las reses vuelven al monte por  sus  pasos y se tapan, nosotros cargando a toda velocidad  cuando uno de ellos se vuelve a  destapar  por  la izquierda, Mario lo encara y a rodar, no  está  malpensábamos que la “plaza” no era buena y hemos “cortao orejas”.

 

 

Las reses se desplazan por el testero de monte entre la espesa vegetación que solo nos permite ver las patas, van faldeando hacia el puesto anterior, le pasan por  delante pero tira, comentamos este hecho y creemos que no las  ve, le digo a Mario ¡el próximo que pase le tiras!, así lo hizo y lo puso patas arriba, al recogernos le comentamos al montero lo que veíamos y porque habíamos disparado a su tiradero, pudimos comprobar que delante de su puesto tenía una pequeña loma que le tapaba las reses, el ocupante  de dicho puesto era José Luís S.V. con quien después de este lance compartimos muy buenos momentos.

Seguimos en el puesto y viene un perrillo “mil leches” que cruza por debajo de la malla y se mete en la finca de donde nos habían “desalojado”, al rato oímos un latir, ¡hay, hay, hay! la malla se mueve con violencia, me giro y por debajo ha pasado un marrano grande con el perrillo detrás, me encaro y lo tumbo, queda pataleando, Javi quiere rematarlo a cuchillo, no le dejo y para cuando llego el animal ya estaba muerto, el cabreo que agarro el niño por no dejarle rematarlo le duró el fin de semana.

Durante varias temporadas la Cinegética tenía por costumbre  cerrar  las manchas de noche, teníamos  “suerte” y siempre nos tocaba en algún cierre, la hora de levantarse eran las 6:00, con estos madrugones y Javi con 5 años, una parte de nuestro equipo era un saco de dormir, mientras se organizaba la salida, la colocación en el puesto y los primeros tiros, el enano se mantenía firme, las traviesas tardaban unas 3 ó 4 horas en entrar, según avanzaba la mañana empezaba a dar cabezazos, en ese momento le buscábamos un resguardo y se quedaba  dormido en el saco hasta que volvían los tiros, alguna vez ha pasado “El Cura” por nuestro puesto y al no verlo preguntaba ¿y el niño? cuando le decíamos que estaba dormido  se le  caía la baba, Javi ha sido y es “su niño”, al que siempre le preguntaba como se nos había dado y el niño no mentía.

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Los hermanos con los 7 “venaitos chicos”

En el  2009 les tocó a los dos hermanos  el nº 1  de Los Almendros, entre ambos se colgaron 7 venados y varias pepas, ha sido la ocasión que mas venados hemos abatido en un puesto. “venaitos chicos” que diría el Cura pero venados desde el rabo hasta la cuerna y el lance es lo que cuenta.

En estos 2+17 años solamente hemos faltado a nuestra cita con Carboneras una vez, fue como consecuencia de lo ocurrido el año anterior y como consecuencia del cabreo que agarré.

Sorteamos, a Mario y a Eugenio les toca el nº 3 del Singuindón y salen de noche para cerrar la finca, a mi y a Javi nos toca el nº 1 de La Mina, esta armada linda con Los Membrillos, siendo otro cierre tenemos el 6º orden de salida, luego entendí el porque, allí no había nada que guardar, este cierre lo disfrutaban los “enchufaos” cuando la finca era una bolsa cerrada por todas partes menos por aquí, era el único escape de las reses.

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Javi en la Mina, el saco de dormir detrás.

En la actualidad y con la finca abierta excepto la linde con La Carrasquilla, esa armada no tiene nada que hacer, durante toda la mañana tuvimos delante de nosotros varias rehalas de perros dando vueltas en el mismo sitio, después me enteré que los habían colocado para que ninguna res se vaciara por aquella zona.

Mario tuvo su suerte y abatió dos venados, uno con un trofeo raro, tenía cuerna de venado y una vara.

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Javi, Eugenio y Mario con los Venaos de nº 3 del Siguindón.

En la siguiente temporada decidí no acudir y le expuse a Juani mis quejas, no es que yo quiera el mejor puesto, (que si) simplemente quiero tener las mismas posibilidades de todos los que entran en el sorteo. Al año siguiente las armadas de La Mina y El Peñoncillo (linde con la malla de La Carrasquilla) sorteaban aparte, a precio diferente o como pago de las rehalas.

Gracias a cazar con la Cinegética, conocimos a Joaquín B. de Cartagena y posteriormente a toda su familia, con los que en la actualidad nos une una grandísima amistad.

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….Cuando un amigo se va.

Termino por donde empecé, han sido tantas las fincas, los puestos y los buenos momentos que hemos vivido monteando con La Cinegética que necesitaría muchas mas páginas.

Unas de cal y otras de arena pero siempre hemos salido airosos, por la Puerta Grande, por los lances, por las gentes, por las vivencias y por la buena compañía.

Que tiempos aquellos sin crisis en los que la Cinegética vendía todo el papel (los programas) y acudían a la cita un buen puñado de monteros  conocidos a base de años, amigos con los que comentar los lances, con quienes informarte si este puesto o aquel que te ha tocado reúne buenas condiciones, donde colocarte, por donde cumplen las reses etc., sabías que si te tocaba alguno de ellos en el puesto de al lado, la seguridad, tranquilidad y falta de problemas estaban aseguradas.

Como echaremos de menos los sorteos la tarde anterior en El Pacheco, era la primera montería  de la temporada, acudíamos  con la  ilusión de todo un año de espera, ver de nuevo aquellas caras, el abrazo entre los amigos y la cantidad de “mentiras” que podíamos contar en tan poco rato, en el suelo del bar quedaban casi una cuarta de vainas, la ilusión por el sorteo ¡no se paga con na!.

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Mario, José V.S.M y Javi, esperando el sorteo de Zahurdillas.

Con el paso de estos años nuestros hijos han ido  creciendo y nos han dejado atrás, a golpe de monterías se han hecho hombres pasando a ocupar otros puestos dentro del sorteo, Evaristo, Rafita, Javi, había que verlos tirando de las reses para bajarlas de los remolques.

Ese Cura con un único diente en la encía superior, pegado a un megáfono y llamando a “retratarse” antes del sorteo, el gracejo Andaluz hacía que resultase divertido cuando decía ¡Ea zeñore, que er que no pague no montea, que eztamo en la má azoluta mizeria!

Había que ver y oír a Juani el día de la montería en la salida todo eran carreras, ¡habe! ¿donde está eze hombre? ¡¡¡Hoze Romero!!! ¿qué paza con eza armada?, ¡habe que farta un coshe pá Carmonillas!, pocos orgánicos son capaces de despachar 90 puestos con tanta agilidad.

Estoy seguro que este periodo de tiempo siempre permanecerá en mi recuerdo, en nuestros recuerdos, posiblemente no echaré en falta a la orgánica como empresa, seguro que Las Carboneras no se quedarán sin dar, además nos une una buena amistad con los hermanos Carmona (propietarios), si las condiciones () lo permiten y nos convencen las formas de quien la organice, seguiremos acudiendo como cada año.

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De lo que estoy seguro es que echaremos en falta en cada finca, en cada rincón, en cada ocasión que se presente a D. Ventura Soriano “El Cura” y a D. Juan García, “Juani”, escribiendo estas letras no puedo impedir que un nudo me atenace la garganta, porque como diría Sabina ¡que no era princesa, pero era persona! estos SEÑORES no serán los mejores, ni los mas honraos pero eran y son PERSONAS.

a b

El Cura Ventura y Juani, personajes ilustres de una montería que ya no volverá jamás.

Nota.- En este escrito hay palabras que aunque lo parezcan no son faltas de ortografía (otras si), la forma de escribir es una licencia personal, las fotografías tampoco son de buena calidad pues han sido copiadas de otras, lo que cuenta es el sentimiento del autor.