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Pocos títulos de nuestra nobleza encierran tanta pasión por la caza,  tanto esfuerzo por la conservación de la naturaleza y tanto trabajo por la defensa de la montería y el mundo de la rehala como el del Marquesado de Villanueva de Valdueza, y eso que este emblemático título nobiliario, que todos relacionamos con la montería y con la rehala, nada tuvo que ver en su origen con lo montuno y lo cinegético, ya que fue consecuencia de los éxitos militares al frente de la armada española del almirante y extraordinario estratega marino D. Fadrique Álvarez de Toledo y Mendoza ( 1.580-1.634), que recibió el título de Marqués de Villanueva de Valdueza por orden del rey Felipe IV el 17 de enero de 1.624 tras la aplastante derrota de la armada holandesa por parte de los galeones españoles capitaneados por D. Fadrique en la conquista de San Salvador de Bahía, en Brasil .

Desde entonces hasta nuestros días, cuatro siglos y treinta generaciones de Alvarez de Toledo, todos ellos insignes militares, brillantes políticos, destacados e influyentes cortesanos y afamados mecenas del arte y la cultura han honrado tan noble título con entrega y responsabilidad, y sobre todo con una incondicional e inquebrantable  fidelidad hacia la Corona, cosa que trajo mas de un quebradero de cabeza, y no pocos problemas, a algunos antepasados de nuestro ilustre personaje y al propio Alonso Álvarez de Toledo y Cabeza de Vaca, cuya amistad y lealtad hacia D. Juan de Borbón, padre de nuestro actual Rey, durante la dictadura franquista le pasó factura con injustas decisiones por parte de la Administración del Generalísimo que le hicieron abandonar uno de sus grandes proyectos agro-cinegéticos: la finca El Casarejo, que con tanta ilusión y esfuerzo había comprado en el año 1945.

Porque este linaje, forjado durante siglos a través de uniones matrimoniales entre las mejores familias de la nobleza española e italiana, vivió toda suerte de venturas y avatares a lo largo de los cuatro siglos de existencia, llegando a gozar de un gran poder político, económico y militar en muchas épocas, (el VI Marqués de Villanueva de Valdueza llegó a acumular hasta 24 títulos nobiliarios, algunos con Grandeza de España, entre ellos los de la Casa de Medina Sidónia y Casa de Alba, como Duque consorte, entre otros), y de la misma forma se vio relegado al destierro y usurpación de bienes y títulos por envidias, celos y desavenencias con otros influyentes cortesanos de la época.

Pero todo ello no hizo otra cosa que consolidar una dinastía única e irrepetible en la que además de ilustres militares, políticos y cortesanos hubo grandes damas que aportaron al linaje mucho más que apellidos, títulos o vastas posesiones.

Así, señoras como Dña. Elvira Ponce de León, esposa del I Marqués de Valdueza, Dña. Genoveva Samaniego y Pando, esposa de Alonso Alvarez de Toledo y Silva y abuela de nuestro personaje, o Dña. Paz Cabeza de Vaca y Fernandez de Córdoba, esposa del X Marqués de Villanueva de Valdueza y madre del ilustre montero que nos ocupa, son algunas de las damas que más influyeron o dejaron una mayor huella en esta noble familia. Y hubo muchas más.

De esta forma, con este breve repaso histórico, quiero hacerles ver la importancia  del personaje que hoy traemos a Grandes de la montería y los motivos por los cuales Alonso Alvarez de Toledo y Cabeza de Vaca entra a formar parte de este elenco de hombres irrepetibles, nobles por linaje y por sus obras, que fueron grandes amantes de la naturaleza y defensores de nuestras sierras y especies que la pueblan, además de reconocidos monteros.

Con estos antecedentes, a Alonso Álvarez de Toledo y Cabeza de Vaca, XIº Marqués de Villanueva de Valdueza y Vizconde de la Armería, (1903-1987), padre del actual Marqués de Valdueza, la afición por la caza y la montería le viene en los propios genes tanto por vía paterna, su padre llegó a ser Primer Montero del Rey Alfonso XIII, como por vía materna, su tío-abuelo Honorio Samaniego y Pando también ocupó tan noble cargo con los reyes Alfonso XII y Alfonso XIII entre 1875 y 1896.

Pero además, Alonso, 2º hijo de Alonso Alvarez de Toledo y Samaniego, Xº Marqués de Villanueva de Valdueza y Vizconde de la Armería, y Paz Cabeza de Vaca y Fernandez de Córdoba, hija del Marqués de Portago y Conde de Catres, encuentra en sus padres y en su hermano mayor Mariano sus maestros y compañeros de caza, disfrutando desde muy niño de apasionantes jornadas cinegéticas en la finca familiar de Las Latas, en Galapagar, Madrid, un auténtico paraíso para la caza menor.

Desde el primer momento, el joven Alonso muestra unas condiciones extraordinarias para la caza.

– “Este año de 1916 ha empezado a cazar mi hijo Alonso, y saca gran disposición para tirar (…) Mariano también va tirando bien, pero es mas distraído y tira por lo general cuando la caza ya va muy larga…” escribe el X Marqués de Valdueza en su diario de caza.

Poco a poco la experiencia cinegética del joven Alonso va creciendo, así como su fama de buena escopeta.

En 1.917, con catorce años de edad, pisa por primera vez Azagala, finca dividida en tres partes tras el fallecimiento de su abuelo materno el Marqués de Portago, de las cuales una pertenece por herencia a su madre Paz Cabeza de Vaca. Allí escucha por primera vez las ladras de las rehalas y el eco de los trabucos provenientes de una montería lindera, quedando fascinado del espectáculo.

Cinco años más tarde, en 1.922, el joven Alonso abate su primera pieza de caza mayor, siendo esta un corzo en las sierras de Guadarrama.

Asiduo acompañante de sus padres y hermano a grandes monterías en los mejores acotados de la época, no olvidemos que su padre fue primer montero de S.M. el rey Alfonso XIII, Alonso va aprendiendo el noble arte de la montería, y en febrero de 1926 abate su primer venado en la mancha El Comendador de la Finca El Águila, en Hornachuelos, recibiendo el título de montero, documento firmado por cazadores tan ilustres como el Duque de Medinaceli, el de Arión, el Conde de Romanones, los marqueses de Scala y San Damián, Rómulo Gamero Cívico, propietario de la finca, y personajes famosos de la época como los toreros Sanchez Guerra, Guerrita, Bombita o Machaquito, entre otros.

A partir de entonces, Alonso va cambiando las escopetas y los ojeos de perdices, en los cuales destacaba sobremanera, por el rifle y las monterías, convirtiéndose en un apasionado montero y asiduo visitante de los Montes de Toledo y Sierra Morena, viviendo inolvidables jornadas de caza en las más duras condiciones.

En 1930, Alonso Álvarez de Toledo y Cabeza de Vaca contrae matrimonio con Pilar de Urquijo y Landecho, hija de los marqueses de Urquijo. Fruto de ese matrimonio nacerán sus hijos María, Sonsoles, Isabel, Alonso y Teresa. Alonso será su sucesor en el título.

Pero su actividad cinegética queda sesgada brutalmente tras sufrir el duro golpe que supuso la muerte de su padre y su hermano, fusilados ambos en Paracuellos del Jarama el 8 de noviembre de 1936 durante la cruenta y fraticida  guerra civil española. Este hecho marcó el resto de su vida.

Finalizada la guerra, el XI Marqués de Villanueva de Valdueza retoma con fuerza su actividad y comienza a gestionar las posesiones familiares en los duros años de postguerra.

Entre los proyectos que más le apasionan está la mejora agronómica y cinegética de la finca El Casarejo, en los Montes de Toledo,  propiedad que compra en 1945 tras vender la finca de Las Latas, y que le ocupó sus mayores esfuerzos durante los siguientes nueve años hasta que las desavenencias anteriormente mencionadas con la Administración Franquista le obligaron a su venta.

 

Tras este doloroso episodio, el Marqués vuelca toda su experiencia y conocimientos en la finca Azagala, convirtiéndola con los años en un acotado modélico.

Como extraordinario conocedor de la Sierra de Gredos, Alonso Álvarez de Toledo había colaborado años antes en la transformación del Real Coto  de Gredos en  Coto Nacional, salvando así la ingente labor realizada por Alfonso XIII y el Marqués de Villaviciosa de Asturias. Tras la llegada al poder del General Franco, fue solicitado para organizar en 1941 una batida de monteses en honor del Generalísimo, renovando reglamento y guardería del Coto, con tal motivo. La batida fue un gran éxito dada la gran experiencia y conocimiento de las monteses del Marqués de Valdueza. No hay que olvidar que los Hnos. Alvarez de Toledo fueron los primeros en organizar expediciones tras las monteses en la parte libre de Gredos, y que tuvieron arrendadas grandes extensiones fuera del coto Nacional, siendo unos apasionados de estas agrestes sierras y de sus monteses.

De igual manera, el Marqués de Valdueza participa activamente en la década de los 40 en las instituciones oficiales de gestión de la caza en España, formando parte del Consejo Superior de Caza, Pesca Fluvial y Parques Nacionales durante varios años, y formando parte del comité organizador de eventos cinegéticos como la Exposición de la Caza en el Arte o el Concurso de Trofeos Venatorios en el año 1950.

Además Alonso Alvarez de Toledo y Cabeza de Vaca fue miembro fundador de la Junta Nacional de Homologación de Trofeos y miembro del CIC, siendo el responsable de organizar la primera reunión de dicho Consejo en Madrid en noviembre de 1952.

Inmerso en toda esta vorágine, el Marqués de Valdueza no abandona la práctica cinegética, de hecho la intensifica a partir de la década de los 40, disfrutándola en plena madurez cinegética y personal y convirtiéndose en un auténtico referente montero y en maestro de otras importantes personalidades como el entonces Príncipe de Asturias, S.A.R. D. Juan Carlos de Borbón, nuestro Rey, quien abatió su primera pieza de caza mayor, un jabalí, en compañía del Marqués de Valdueza en la finca El Castañar, en Los Montes de Toledo , el año 1949.

Como cazador,  el XI Marqués de Villanueva de Valdueza lo ha sido todo en nuestra venatoria. Extraordinaria escopeta en ojeos y caza menor, experimentado montero y gran recechista, nuestro ilustre personaje es uno de los pocos cazadores que han conseguido todas las especies de caza mayor españolas, incluido el oso, el lobo y el lince, especies autorizadas por entonces.

Pero independientemente de su extraordinaria labor como gran gestor cinegético y convencido conservacionista, su pasión por la ornitología y las aves rapaces, y su maestría como gran cazador y montero, la gran aportación del XI Marqués de Valdueza al mundo de la caza, que lo distingue y diferencia de sus antecesores, ha sido la creación de su emblemática rehala y la consecución de una línea de perros de montería abocada a convertirse en raza: Los Valdueza.

Así, Alonso Alvarez de Toledo y Cabeza de Vaca funda la rehala en los años 40. En un principio la tuvo a medias con Julio Prado Valdés, pero pronto se separan e inicia la cría de su propia línea de perros con la inestimable ayuda de Periquillo, su podenquero.

“Solamente criando puede formarse una rehala de tipo homogéneo, a gusto de su propietario, cuya uniformidad dará gran belleza a la rehala”, comenta el propio Marqués.

De igual manera, asienta las bases de lo que debe ser una rehala y explica las claves del éxito:

“La rehala es el fundamento de la montería. El cuchillo, la escopeta, el rifle, el caballo, etc, son elementos complementarios, pero la rehala no; la rehala es fundamental porque la condición precisa para que la batida tenga carácter de montería es la presencia de sus perros.”

Y añade:

“Una rehala nos es una colección de perros constituida caprichosamente al margen de toda norma, pues  necesita reunir las condiciones precisas para su cometido. Cada uno de sus perros, como las piezas de un reloj, tiene una misión que cumplir, y según ejecute cada cual la suya, la rehala será buena o mala.

La obligación de la rehala es la de buscar la caza, levantarla, sacarla de la mancha, y, llegado el caso, pararla y agarrarla, sobre todo si fue herida. Para ello están los distintos tipos de perros, cada uno en su especialidad, unos para buscar, otros para correr y los de presa para agarrar”.

“Es de extrema importancia que los perros ladren, ya que con su dicha nos han de ir informando del desarrollo de la montería, de si hay o no abundancia de caza, y de si predominan reses cervunas o jabalíes… Los perros mudos son impropios de la montería.”

“Pieza fundamental de la montería es el podenquero, que de no funcionar como tal ya se puede hacerse lo que se quiera, porque nunca llegará a ser buena. El podenquero necesita tener corazón, afición, don de gentes en su ambiente, ser honrado y no tener pereza, y tales y tantas virtudes no son fáciles de reunir”.

Y finaliza:

“Una rehala mal alimentada, con la salud en entredicho, desentrenada o fatigada, nunca puede dar buen juego. El cansancio es lo que más suele afectar a su rendimiento, aunque también puede ser  por falta de entrenamiento, que la agota a la primera carrera, o por contrario, pasada de rosca, por su exclusivo empleo”.

Sin duda, las sabias palabras del Marqués de Valdueza han servido  y servirán de catecismo para todo dueño de rehala que se precie.  El fruto de su trabajo y desvelo lo disfrutamos hoy día en nuestras manchas gracias a su empeño y perseverancia y al buen hacer de su hijo Alonso, actual Marques de Valdueza, que ha sabido coger el testigo y mejorar lo que ya era bueno.

Alonso Álvarez de Toledo y Cabeza de Vaca, XIº Marqués de Villanueva de Valdueza, Grande de la Montería, falleció el 7 de Agosto de 1987, a los 83 años de edad, en su finca de El Pinar, rodeado de sus seres queridos y dejando un legado cinegético de valor incalculable.

Un libro póstumo nos recordará por siempre su maestría en el arte venatorio; una espectacular rehala honrará su memoria cada vez que suelten colleras por cualquier rincón de España, y un apellido, el de Alvarez de Toledo y Cabeza de Vaca, nos recordará que existió un hombre, querido y respetado por todos, con el que el marquesado de Villanueva de Valdueza alcanzó la mayor consideración montera jamás reconocida, vinculando para siempre el nombre de Valdueza a la montería tradicional española.

¡Si D. Fadrique levantara la cabeza…!,

Emilio Jiménez.

Todomonteria.com

 

Bibliografía:

  • Marqués de Valdueza; Linaje, Caza y Conservación de la Naturaleza. Exmo. Ayto. de Badajoz. Institución Ferial de Badajoz. (Una Historia de la familia. Por Mª José Rubio)
  • Tras las huellas del recuerdo. Memorias de un cazador veterano. Por Alonso Álvarez de Toledo y Cabeza d Vaca. XIº Marqués de Valdueza