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Eduardo Figueroa y Alonso-Martínez, Conde de Yebes, es una de las figuras mas relevantes y conocidas de la caza mayor española por su destacada trayectoria montera y su gran legado artístico y medioambiental, siendo uno de los últimos exponentes del Siglo de Oro de nuestra venatoria cuyo recuerdo aún perdura en la mente de muchos monteros por la proximidad en el tiempo.

Nacido en Madrid el 16 de Septiembre de 1899, Eduardo Figueroa era hijo del Conde de Romanones,  destacado político de la época, varias veces Presidente del Consejo de Ministros bajo el reinado de Alfonso XIII, de quien heredó la afición por la caza.

Arquitecto de profesión, Yebes fue uno de los monteros mas completos y apasionados de la historia cinegética de nuestro país del siglo XX , ya que a su reconocida afición por la práctica de la caza en general y por la montería en particular,  unió sus grandes dotes de artista y escritor, lo que le llevó a ser una de las plumas mas influyentes de la época y uno de los escultores animalistas mas representativos de mediados del siglo pasado, lo que le llevó a ser nombrado en 1965 miembro de la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando.

Como escritor y dibujante, Yebes desarrolló una exitosa carrera cuajada de innumerables artículos de opinión en la revistas del sector, excepcionales colaboraciones litográficas para algunos libros de caza tan emblemáticos como “Solitario” ,de Jaime de Foxá ( 1.960) ,  o la publicación de varias obras  propias entre la que destaca por su trascendencia y el extraordinario prólogo de Ortega y Gasset “ Veinte años de caza mayor” publicado en 1943 y  reeditado en varias ocasiones. “De la Sierra bravía”,( 1.947),  “La Caza en España” ( 1964) , obra de la que fue director técnico, presentador y autor de varios capítulos, y en la que reunió a un elenco de cazadores de la época para que escribieran sobre las distintas modalidades de caza en España, convirtiéndose en uno de los mejores libros de caza moderna de nuestro país , “ La sala de trofeos de un montero ejemplar”, (1.963), semblanza del Duque de Arión, o el comentario a la reedición del Arte de Ballestería y Montería, prologada por el Duque de Medinaceli (1946) completan su obra literaria.

Y es que la afición por la literatura cinegética de Yebes fue tal que en 1956 fundó junto a Eduardo Sotomayor y Dámaso Gutierrez la Sociedad de Bibliófilos Venatorios, editando dos libros de caza.

Hoy en día, el Círculo de Bibliofilia Venatoria ha tomado el testigo que dejara esta extinta Sociedad y entre otras actividades ha publicado el libro “El canto de la Sierra”, diario de caza del Conde de Yebes, una obra que desglosa las vivencias cinegéticas de este singular y excepcional montero.

Pero además de ser un artista consumado, el Conde de Yebes fue un montero ”activista” comprometido con la caza y con su tiempo, siendo un ferviente defensor de la caza tanto dentro como fuera del monte.

Intervino en innumerables sesiones de trabajo del Consejo de Pesca Continental, Caza y Parques y Parques Nacionales, participó en la elaboración de la Ley de Caza y formó parte de la delegación española en varias asambleas generales del Consejo Internacional de la Caza, siendo  nombrado en 1.971 Socio de Honor del mismo.

Eduardo Yebes fue también impulsor de la Junta Nacional de Homologación de Trofeos, a la que  le dio carácter oficial en 1.952, siendo presidente de la misma durante sus primeros años. Por último, en 1962 fundó el Club de Monteros, en cuya sede se organizaban interesantes conferencias y coloquios sobre caza y en la que Yebes participaba como ponente con magistral solvencia.

Pero si por algo destacó el Conde de Yebes sobremanera, fue por su amor por la naturaleza y por su compromiso con el medio ambiente. El extraordinario trabajo realizado durante décadas en su finca “El Robledo de Montalbán”, en los Montes de Toledo, es buena prueba de ello, trabajo que le hizo merecedor de la Encomienda del Mérito Agrícola por las muchas mejoras que hizo en la finca. Y es que para Yebes, El Robledo se convirtió en la obsesión de su vida como el mismo diría en mas de una ocasión: “ Sólo Dios y yo sabemos lo mucho que esto significó en mi  vida”.

Su declarada defensa de la naturaleza como elemento indispensable para la conservación de la fauna y el desarrollo de las especies era conocida por todos: “ El verdadero cazador tiene que tener mucho de naturalista y conocer a fondo el importante papel que desempeña en el equilibrio de las especies”-decía siempre.

Desde que a la edad de doce años Eduardo Figueroa se adentrara en el mundo de la caza  en la finca familiar de “Monte Encinar” , en Guadalajara”, cazando alimañas de la mano de los guardas hasta su  fallecimiento el 12 de julio de 1984 a la edad de 85 años, el Conde de Yebes dedicó los mejores esfuerzos de su vida a cazar y a mejorar la caza, contribuyendo con su vida y con su ejemplo al conocimiento de la misma y a resaltar los valores que para el ser humano la actividad cinegética depara.

Es sin duda la figura de Yebes una de las mas próximas y familiares que nos pueden servir como referente en montería, por la cercanía en el tiempo y por lo completa que resultó su trayectoria cinegética. Arquitecto, escultor académico, pintor, escritor, conferenciante, fundador de la Junta Nacional de Homologación y del Club de monteros, impulsor de las reformas legales en la caza, defensor del medio ambiente, dueño de rehala, cazador apasionado dentro y fuera de nuestro país…, pocos personajes de la Edad de Oro de nuestra venatoria pueden presentar un palmarés tan amplio y sobresaliente como el de Eduardo Figueroa, Conde de Yebes, uno de los últimos Señores de la Sierra de nuestra montería. Su recuerdo hoy día sigue siendo un estímulo y su vida un ejemplo. Que Dios lo tenga en su gloria.