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Ayer fue el día en que íbamos a estrenar nuestro coto de corzos que con tanto esfuerzo y sacrificio hemos conseguido. Muchos nervios y un hormigueo en el estómago a la hora de comenzar. Ya que, aunque la guardería compuesta por Miguelito, Roberto y Alejandro nos comentaban que nuestro coto estaba atestado de corzos bonitos ni en el mayor de los sueños pensábamos estrenarlo así después de llevar varios años sin cazarse.

Eran las 6 de la mañana cuando llegamos al cazadero y empezábamos a ascender poco a poco en busca de los duendes del bosque. Un precioso paraje donde con las primeras claras del día comenzábamos a ver algunas corzas con sus corcinos, decidimos esperar a que clareara un poco más. Tras ver muchos bonitos machos decidimos seguir ascendiendo a un balcón donde nos había comentado el guarda que llevaba varios días divisando un curioso corzo que no había logrado valorar porque era muy esquivo. Allí nos plantamos con Juan Alberto Pérez Vázquez un joven cazador que buscaba su primer corzo a rececho y que ya consiguió un par de años antes en su primera espera con Jesús Riquelme abatir un jabalí Plata. Y como por arte de magia y tras agazaparnos en el balcón intentando pasar desapercibido entre la maleza a unos 250 metros y donde en principio no veíamos nada observamos un corzo que aunque no era muy largo y que no podíamos valorar en la distancia porque se tapaba continuamente entre retamas y abulagas.”, era muy especial. Sin dudarlo Roberto nuestro guía decía “Riquelme que lo tire que es único” la mirada y los nervios del cazador estaban a flor de piel, el corazón en la boca y la ilusión de hacerse con un trofeo Especial se Palpaba en el ambiente.

 “Cuando me digáis, lo tengo” decía el cazador contesto Jesús “si te gusta tíralo, yo no tengo ninguno así jejeje” 

Suena un clic al quitar el seguro… y se para el tiempo… milésimas de segundo mientras la bala sobrevuela los 253 metros… instantes que parecen eternos y silencio roto por el cazador preguntando si le había dado y automáticamente Riquelme afirmaba “Ha caído redondo”

Las felicitaciones se suceden y comenzábamos la ascensión a cobrar este genuino corzo… los metros se hacían eternos por lo quebrado del lugar y ya poco a poco íbamos divisando este precioso trofeo, la cara de asombro de todos era más que palpable y alguna que otra lágrima de emoción recorrían la cara de organizador y cazador, y no fue el único, Porque el guarda Miguel con un nudo en la garganta ya que es un enamorado de este tipo de corzos no podía articular palabra mientras observaba orgulloso el fruto de tanto y tanto trabajo, esfuerzo y dedicación.