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DESDE EL 7 DE ARISTINES

LA NEVADA

Según dicen los que saben y recopilan datos meteorológicos, y según recuerdan los mayores -verdaderos guardianes de una memoria y unos usos ya casi perdidos- este invierno ha caído en la Cordillera Cantábrica una de las tres mayores nevadas de los últimos 150 años y quizás la mayor de los últimos treinta. Todo ello, a pesar de las bucólicas imágenes, ha generado más problemas que otra cosa: pueblos incomunicados, cortes de luz, y enormes crecidas de ríos como la que se vive estos días en la ribera media del Ebro.

Son estos problemas los que más han sonado al común de los mortales, pero entre los que aún pensamos de vez en cuando en el monte y sus pobladores, sin necesidad de sumarnos a esa corriente “neo-verderural”, nos han llegado otras muchas informaciones, y nos preocupa especialmente el problema que las nieves han causado a la fauna de estos pagos norteños, donde aún hoy se guardan los terrenos más puros y salvajes que nos quedan en España.

Algunos ven el problema desde la lejanía e incluso sólo se sorprenden por la belleza de imágenes y vídeos que todos hemos visto de lobos, cochinos, corzos y venados en la nieve. Pero esos apuros de los que hemos sido testigos vía whatsapp en la mayoría de los casos, suponen un durísimo golpe al estado de conservación de estas especies cinegéticas en el lugar.

Miles de animales han perecido a causa de la “mierda blanca”, que así llaman los finlandeses a la nieve; siendo muy pocos los que de verdad han hecho algo para paliar algo esta situación, que por otra parte es insalvable y que vuelve a demostrarnos, que comparados con nuestra madre Naturaleza, no somos absolutamente nadie.

Sólo algunos periódicos regionales han comentado una situación (¡¡¡y hay que joderse como la han contado!!!) que las ha llegado vía el lobby sandía, de los que por cierto no se ha tenido noticia hasta que no han sabido como arrimar el ascua a su sardina y a los que no se ha visto ayudando en el percal… Parece ser que las ciervas no les son tan “rentables” como el quebrantahuesos o los lobos, los cuales por cierto se están poniendo las botas y aprovechan la situación en su beneficio como es lógico. El caso es que entre la ceguera de supuestos periodistas que para qué van a contrastar, y la palabrería de los de siempre, se llegó a decir que los cazadores -¿para qué van a usar la palabra furtivos?- estaban haciendo su agosto y andaban rematando venados y llevándose las cabezas para fanfarronear.

Así está el patio, qué vale, que yo no digo que el colectivo cazador sea el de las hermanitas de la Caridad; pero de ahí a que eso sea rigurosamente cierto y generalizado, media algo más que un trecho. El caso es que si los mal llamados verdes y los “grandes” periodistas hubiesen querido contar la verdad, esta sería bien distinta. Resulta que la mayoría -no digo que todos- de los animales que han aparecido decapitados han sido los machos de ciervo (que han caído como moscas por desgracia), a los cuales la guardería de las múltiples reservas de caza del norte cortaban la cabeza por dos motivos: En primer lugar para tomar medidas y estudiar los trofeos incluyendo los datos en los magníficos ficheros que llevan años haciendo, y en segundo lugar para evitar que furtivos -no cazadores- y cualesquiera listos se llevaran los trofeos y mercadearan con ellos. Algo que se hace siempre que aparece un animal con trofeo muerto, sea por nieve, por lobos o por lo que sea. Quien escribe ha sido testigo de ello en una reserva leonesa con un venado devorado por los lobos.

Como ven, algo muy lejos de lo que denunciaban los “ecolojetas” y jaleaban ciertos medios regionales sin ni siquiera contrastar, vamos, que ni con los guardas de los montes han hablado, y es que vende mucho más un titular sensacionalista que una verdad sobre lo que realmente ocurre.

Por otra parte, ahora resulta que los salvadores del medio ambiente se quejaban también de los cadáveres desperdigados por el monte y las cunetas, no entendían que no se recogieran -se hizo con todos aquellos que estaban muy cercanos a los pueblos y otros lugares sensibles-, cuando el resto del año se pasan pidiendo que se dejen los restos de ganado y caza muerta para que se alimenten otros animales, pero ahora con un metro de nieve por todos lados se ponían a exigirlo. Algunos hasta hacen cebaderos a los lobos para llevar luego guiris y hacer el agosto, pero de esto Lobo Marley no sabe nada… Turismo verde lo llaman ¿no? En fin.

Algunos cazadores -menos de los que debiera, que eso también es verdad- han arrimado estos días el hombro junto a los guardas de muchos montes, en particular los de las reservas de caza, y se han dedicado a llevar hierba y otros forrajes a los animales para que no murieran de inanición al estar su sustento sepultado por la nieve. Algo que no siempre ha servido de mucho, pues a partir de cierto punto el animal deja de comer y muere irremediablemente. A pesar de ello los verdaderos amantes de la cordillera han hecho todo lo humanamente posible para paliar la situación, y entre ellos… a pocos o ninguno de ciertas organizaciones se ha visto.

Han contado también algunos guardas en redes sociales, que después de todo han sufrido hasta insultos de algunos que realmente sólo se preocupan de la fauna y del monte cuando pueden sacarle tajada, sólo movidos por el olor del dinero. Y es por ello que estas líneas son escritas ahora, porque si bien es verdad que uno cada día se siente menos orgulloso del colectivo cazador por la cantidad de prácticas injustificables que muchos llevan a cabo, o porque son muchos a los que sólo mueve la ansiedad por el trofeo, aún hoy quedan verdaderos amantes de lo salvaje, de lo auténtico, de la caza entendida de una manera ética y racional como algo absolutamente natural y necesario, por ello, y por los guardas que hacen posible que esta caza aún hoy sea factible, van hoy estas líneas. La palabra GRACIAS se queda corta ahora y siempre. Va por ellos.

 

F. J. López Maraver

2 de marzo de 2015