TodoMonteria

DESDE EL 7 DE ARISTINES

ALIMAÑAS DE DOS PATAS

Más o menos cualquiera sabe el significado de la palabra alimaña en la primera de sus acepciones según la RAE, es decir: Animal dañino para el ganado o la caza menor.  Si bien algunos desconocen, aunque también usen la palabra en este sentido, la segunda de sus acepciones: Persona mala, despreciable, de bajos sentimientos. Pues bien hoy me quiero pronunciar sobre un tipo de alimaña que se sitúa entre ambos significados, si bien me refiero como digo en el título de esta columna, a alimañas exclusivamente de dos patas.

Ocurría en este país antes conocido como España -a mediados del pasado siglo-, que existían las llamadas Juntas de Extinción de Animales Dañinos. Estas se encargaban de exterminar a las alimañas, y apoyar o premiar a quien también lo hacía. Pues bien por desgracia estas juntas se olvidaron de animales muy dañinos para la caza, pero que caminaban y caminan erguidos. Incluso algunos dedicados al menester de extinguir animales supuestamente dañinos, eran más alimañas que los animales. De siempre han existido en el campo alimañas de dos patas. Gentuza de todo tipo y condición: envidiosos, vanidosos, resentidos o avariciosos venidos de la ciudad al campo.

Personalmente he sufrido unas cuantas veces en mis carnes y he visto sufrir en ajenas, la acción de estos indeseables. En el mundo de la caza abundan los de esta especie, muchos de ellos viven incluso de ella. Son expertos extorsionadores, se creen dueños de todo, y controlan muy expertamente el manejo del “ganao” cinegético. Entre sus mejores habilidades destacan los chanteos, los “barrimientos” de fincas aledañas a las que ellos cazan, las amenazas a propietarios y otros cazadores, y por supuesto el sistemático furtiveo allá donde pongan sus pies, y es que para ellos, todo el monte es coto propio.

Los descritos en el anterior párrafo suelen ser personajes salidos del mundo rural, de cualquier pueblo de nuestra geografía. Se las saben todas, tienen el colmillo retorcido y en ocasiones pueden parecer hasta graciosos. Como decía muchos de ellos viven de la caza, algunos incluso hasta son empresarios-organizadores del mundo cinegético. Todos conocemos unos cuantos de ellos. Hay zonas en las que son verdaderamente abundantes, y entre ellos suele reinar una tensión subyacente, que de vez en cuando estalla salpicando de vísceras, despojos y mierda propia a todos los que se encuentren cerca. Casi todos ellos han tenido problemas con el SEPRONA y con agentes rurales, pero al final de una manera u otra, ante la justicia siempre se vacían por cualquier gatera.

Además de éstos, existen otros más propios del asfalto. Los de este tipo a veces hasta son dueños de cotos y fincas, o al menos arrendatarios. Suelen tener una cartera holgada y muy poca educación, humildad y escrúpulos. Llegan avasallando al campo, les importan un comino sus gentes, y piensan que su palabra es ley. Maltratan a personas humildes y buenas del mundo rural, les explotan y los tratan como a animales. Ocurre que en algunos lugares todavía están vigentes “Los Santos Inocentes”. No les basta con la caza de sus supuestos dominios, quieren también la de sus vecinos, y en sus viajes allende sus cazaderos habituales no respetan nada, empezando por las lindes y los cupos. Además por si fuera poco, suelen tener unos gustos poco refinados, aunque ellos se creen muy modernos y a la moda; si bien no dejan de ser simples horteras.

En ambos casos existen aquellos que son lobos con piel de cordero, parecen amables y todo, y a la mínima… te la han clavao chaval. Son unos y otros auténticos encantadores de serpientes, aunque pronto se les conozca por el pelaje. Por regla general no les gusta la notoriedad de los medios, si bien en la era de las redes sociales, el bar y el club de luces rojas se les han quedado cortos para presumir de sus fechorías y de su supuesta virilidad, y es que ahora algunos de estos personajes hacen un curioso uso de las tecnologías de la información.

Otras tecnologías las conocen también muy bien. Ellos son muy de chupete, pero chupan poco, y les encanta la nueva tecnología que les permite ver en la oscuridad, como a las alimañas de cuatro patas. La noche les encanta, es su medio natural, es ahí donde más se les eriza el pelo y ponen a funcionar todas sus destrezas de alimaña pura. Ahí callan, solo actúan. Sus potentes y roncas veces las guardan para lanzar sus exabruptos o presumir de lo que saben hacer, pero ya a la luz del día, o al refugio del alcohol y las compañías interesadas.

Es una pena, pero a estas alimañas no nos dejan darles captura. Son muy propias de este país de listillos en el que vivimos, donde todos somos un poco Lazarillo… Tienen mal exterminio, pues entre aduladores, la laxitud de los brazos de la justicia, y el silencio cómplice o miedoso de los demás, ellos siguen campando por dehesas, sierras, montañas, barrancos, sotos y riberas. Al final no les falta razón, por desgracia, han hecho el campo suyo.

F.J. López Maraver

Noviembre de 2016

DSC_0015