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Lances de Siempre vivió una gran experiencia de rececho en berrea que queremos compartir con nuestros lectores.

Uno de los grandes momentos de la naturaleza es la berrea del ciervo, pero si encima eres cazador y tienes la suerte de poder vivir la experiencia de recechar uno de nuestros grandes venados ibéricos en su época más álgida, ¡rozas el cielo!

La organización Lances de Siempre decidió recechar, la pasada temporada, un venado por la Sierra de Alcaraz, sierra albaceteña que forma parte de la cordillera prebética, en la que se encuentran importantes fincas cinegéticas, de renombre en el panorama montero. Si bien el objetivo marcado era conseguir un gran venado, pues la posibilidad de abatir un buen trofeo en la finca elegida era alta, el éxito fue conseguir nada menos que ¡un plata! cuando das por finalizada la jornada. La berrea es como es… 

La Ley de Murphy…

De la mano de Luis y de Sergio el rececho comenzó temprano, antes de amanecer, a penas con las primeras claras de luz después de una noche intensa de cortejo entre bramidos, carreras y luchas por ser el señor del harén. 

Con ilusión y emoción, comenzó la búsqueda del ansiado ciervo en una de las zonas más querenciosas de la finca, donde es frecuente en esta fase tan activa de la berrea encontrarse con algún animal de impresionante estampa. Era prácticamente de noche cuando al parar el motor del coche se escuchaban fuertes bramidos de tres o cuatro ciervos diferentes en una zona de bosque bastante cerrada. A pie, consiguieron aproximarse para divisar, sin ser vistos, a los distintos venados que se amparaban entre las ciervas y la maleza, con objetivo de poder valorar los trofeos adecuadamente. Dos de ellos no merecían la pena y otro no dio la cara, pese a echar bastante paciencia en su acecho y espera. Tanto fue así que cuando Luis y Sergio quisieron darse cuenta, se les había echado la mañana encima. 

Con el calor, los animales se tumban a descansar y la intensidad de los bramidos se va perdiendo, lo que hace más difícil localizar los ejemplares. 

Ya de vuelta al coche, con el ánimo algo alterado, escucharon detrás de unas chaparras un fuerte bramido, haciendo justicia a su tamaño, como después se pudo comprobar. Decidieron acercarse hasta la zona para valorar el animal y… ¡sorpresa! Ahí estaba, rodeado de cinco ciervas, el asombroso venado con el que más de una vez habrá soñado más de un cazador. 

Con el corazón a mil, pero con un lance limpio y certero a unos doscientos metros, dio por terminada la mañana de rececho.

Éxito rotundo para Lances de Siempre con un magnífico venado plata de 23 puntas entre sus manos. 

venado plata

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