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LAS PAREDES

ORGANIZACIÓN: MONTEROS EL BARDALA

Mancha: El Pimpollar.

Localidad: Logrosán (CC).

Fecha: 07/12/2019

P: 47

RH: 20

Cupo: Libre

Tipo Finca: Abierta

Nº Has. Monteadas: 400 ha.

Resultado:  

V:

J: 17 (5 navajeros)

Cv: 5

CRÓNICA de la Montería:  

Amanecía despejado en Logrosán la mañana del segundo día del puente de la constitución en la que Monteros el Bardalá había puesto fecha para cazar la mancha de la Higuera, dentro de la finca Las Paredes de Abajo, muy cercana a esta cacereña localidad.

Los monteros acudían al cortijo de la propia finca, donde la propiedad había acomodado unas instalaciones para que los amigo de Monteros el Bardalá pudieran disfrutar de un magnífico desayuno campestre en plena sierra mientras se ultimaban los preparativos del sorteo.

La mancha había sido preparada a conciencia durante todo el año por la organización y siempre ayudados por la propiedad, y tenían puestas las ilusiones en esta nueva jornada de caza en la que “jugaban en casa” y en solitario.

Había indicios y muchos, de que los escurridizos guarros estaban dentro de la zona a cazar, por lo que los nervios se palpaban en los instantes previos al sorteo, y durante el desayuno solo se escuchaban conversaciones sobre las zonas de encame y la forma de entrar las rehalas, que en esta ocasión había sido modificada intentando mejorar los cierres, dado que en la temporada anterior fueron las traviesas, las que se “quemaron las pestañas” literalmente pegando tiros a las reses.

No se demoró el sorteo, y de la mano de Gile se entregaba el galardón que JUVENEX otorga a aquellos pequeños que despuntan dentro del mundo de la caza en las distintas organizaciones y que, en Bardalá, no había podido entregarse durante la pasada campaña en la presentación del calendario, dado que por motivos de saludo no pudo realizarse el acto, así que se sirvió de la previa de esta montería señera dentro de su calendario para hacer el acto de entrega a Aroa Jimenez Delgado, que recogía el trofeo del delegado provincial de Córdoba Miguel García de Consuegra y Ranchal, justo antes de comenzar el sorteo.

Una vez terminado el acto, se apuntaban las últimas indicaciones y comenzaban a ser nombrados uno por uno los casi cincuenta cazadores que iban a cerrar la mancha.

El sorteo se realizó por armadas para así facilitar la distribución de los cazadores, que a medida que iban sorteando comenzaban a partir hacia sus puestos.

Así, partían en primer lugar los dos cierres de Barvellido y el del Potrón, que eran los que cerraban la parte alta de la finca, seguidos del de la Huerta, el del Camino y el de la Cierva, quedando totalmente cerrada la mancha cuando se terminaba de colocar el Cierre del Arroyo y de las Paredes.

Pasadas las diez y media entraban al cazadero las Traviesas del Buho, del Pimpollar y del Machalino, provocando que ya algunas reses intentasen salirse del cazadero, escuchándose ya algún disparo en los cierres mas bajos de la finca.

Media docena de disparos se habían escuchado antes de que las rehalas se colocasen en los distintos puntos de suelta, para cazar al choque y hacia adentro favoreciendo así la labor de los perreros, que no tendrían que discurrirla entera sino la mitad y luego volver sobre sus pasos, provocando así más oportunidades a los cierres.

A las once y media estaba todo listo para comenzar y tan solo un cuarto de hora después estaban los perros corriendo por la finca organizándose en las distintas manos para comenzar a empujar hacia el centro en la espesura de esta mancha de robles y jaras con abundantes zarzales en lo más intrincado de las abundantes cañadas, todo un paraíso para los escurridizos guarros.

Un extraño silencio reinaba en los primeros compases de montería y se tardó mas de un cuarto de hora en escucharse algún disparo y no fue hasta pasada la media hora de montería, cuando los perros dieron con los guarros, corriendo estos hacia las traviesas del Pimpollar y del Buho, y los cierres de la Huerta y el Potrón que disfrutaron de lances dispersos y continuos durante este primer tramo de montería.

Así, un servidor que ocupaba el número cinco de la armada del Potrón, veía como se me salía el cochino de la montería, que fue errado estrepitosamente por mi, descargando los dos disparos de mi express a la tierra y quedando encajada aquella mole jabalinera en el pequeño agujero de la alambrada por donde quiso escapar, cuando ya no tenía munición el rifle. Ni que decir tiene que para cuando quise volver a cargar había desaparecido. La huella era tremendamente grande.

El número siete de la misma armada disfrutaba de un estrepitoso lance con cuatro jabalíes de los que no se hizo con ninguno.

También el número uno de la misma armada erraba un venado y todo esto lo podía ver desde mi puesto, y es que, no se si era el frío o la poca fortuna que no estaba sonriendo en esta ocasión, la que estaba provocando que las reses ganasen la partida.

El número diez de la misma jugaba lance con siete jabalíes que también le entraban juntos, quedándose únicamente con una cochina.

La caza, estaba concentrada una vez más en la parte baja de la finca, pegada al sopié, donde alcornoques, y encinas besaban el robledal, y los perros no dejaron de ladrar durante toda la jornada en los puntos de suelta más cercanos a esa zona.

Los rehaleros cazaron a conciencia, perdiendo bastante tiempo rebuscando todos y cada uno de los rincones de la finca disfrutando los monteros de una jornada salpicoteada de lances de principio a fin, terminando la montería pasadas las cuatro de la tarde y con la vuelta de los perros a los furgones.

Los monteros acudieron al cortijo de la finca, donde de nuevo les esperaba el catering con unos garbanzos con los que se compartieron experiencias muy diferenciadas dependiendo la suerte de cada montero.

La tarde fue cayendo y la organización se esforzó por sacar a tiempo los diecisiete jabalíes y cinco venados que finalmente llegaron al plantel.

La noche les pilló en la finca a los monteros, que se resistieron a abandonar el lugar por el buen ambiente vivido, comentando los avatares de esta buena jornada en solitario para Monteros el Bardalá.

Fte: Carlos Casilda Sánchez.

 

MORRONES DEL ARDILA

ORGANIZACIÓN: MORALES ARCE GESTIONES CINGÉTICAS.

Mancha: Morrones de Ardila.

Localidad: Aceña la Borrega (CC).

Fecha: 06/12/2019

Cupo: Libre

Tipo Finca: Abierta

Resultado:  

J: 15

CRÓNICA de la Montería:

El lugar elegido para desayuno y sorteo de la última de nuestro calendario, fue el camping de Aguas Claras, en la bonita aldea cacereña de la Aceña de La Borrega.

Puntuales fueron llegando ayer a la madrugadora cita nuestros amigos y clientes.

A las 8:00 horas ya estaban preparadas las típicas migas para comenzar un puntual sorteo después del obligado rezo a las 9:00 horas. Rezo a la Virgen de la Cabeza, que ayer nos acompañó a todos dentro de la mancha. Concretamente nos protegió, desde su preciosa ermita que está situada en lo alto de la cuerda de esta bonita mancha cochinera de “Los Morrones de Ardila”

Después de un rápido sorteo, nuestros amigos postores fueron llevando a sus puestos a los 56 monteros que ayer nos acompañaron en una jornada muy muy especial para nosotros. Jornada especial por varios motivos. Era la última de nuestro calendario, en una mancha cochinera difícil de gestionar en cuanto a lo que de organización se refiere. Mantener dentro de esta dura mancha de escobas, jaras y zarzas a los guarros durante los meses de octubre y noviembre no es tarea fácil, ya que dentro de la mancha no tenemos bellota y si las tienen y muchas, las fincas bajeras linderas de las aldeas de Alcorneo y La Aceña de la Borrega.

Después de revisar durante toda la semana anterior las zonas de la mancha donde los guarros suelen campear por la noche para hozar en las partes blandas de la finca, y comprobar que la gran mayoría de los comederos seguían visitados por los jabalíes, mis previsiones para la jornada eran optimistas. Dando forma con un número de 30 o 35 guarros a esas previsiones por mi parte a los resultados finales de la montería.

De forma rápida fueron saliendo las armadas de cierre a eso de las 10 de la maña. Comenzando por el cierre de la Aceña, el de Paco Castillo, Doña Elvira, Cajirón, Los Manantios y Las Ruedas. Una vez montados esos cierres, dimos salida a los puestos que ocupaban las traviesas de Fuente Lorencito, Higuera Boba, La Ermita, Caña Ciega, Los Nietos y Peñones.

A las 12:00 horas abrieron los furgones las 18 rehalas que ayer se dejaron la piel para batir esta durísima mancha.

Conforme iban avanzando esas rehalas, me di cuenta, que los monteros que ayer iban a disfrutar más eran los situados en la mancha de La Morera sur, que los que ocupaban los puestos de La Morera norte. Ni un solo guarro dio la cara en las más de 300 hectáreas que tiene esta parte cazada situada más al norte. Pero si y desde el principio, los perros comenzaban a desencamar a las piaras en la mancha más al sur.

Con un día espectacular para montear, día soleado y con una muy buena temperatura, los monteros pudieron disfrutar de unos puestos muy bonitos, todos naturales y en su inmensa mayoría altos, subidos en los canchos de granito.

Preciosa mancha, al mismo tiempo que difícil, pero la cual no abandonaremos en nuestro calendario.

A los que nos gustan los cochinos en abierto sabemos, que un año será mejor que otro en cuanto a resultados finales. Estos animales una semana los tienes y otras no, pero quizás es ese el motivo, de nuestra pasión por ellos.

11 guarros de tiro y 4 de agarre dieron forma ayer al resultado final de este año en “Los Morrones de Ardila”.

Quiero dar las gracias a clientes y amigos que ayer nos acompañaron. Fueron muchos los primeros y también los segundos. Y por lo tanto el motivo, del gran ambiente vivido en esta bonita mancha cacereña y muy cercana a la raya con Portugal.

¡Muchas gracias a esos 56 monteros de orden!. Muchas gracias a mis amigos postores, muchas gracias a las rehalas, al catering de Luismi, Los Alisos, por la gran mesa y ayuda de ayer. Muchas gracias y en especial a Francisco, guarda de la finca, por su compromiso semanal de atender comederos durante más de 6 meses. Gracias a mi amigo Paco Castillo propietario del coto, gracias Paco por hacerme las cosas tan fáciles.

Fte: Carlos Casilda Sánchez.

 

ESCUDERA

ORGANIZACIÓN: MONTEROS DE SOPETRAN.

Mancha: Entera.

Localidad: Santiago de Alcántara (CC).

Fecha: 08/12/2018

P: 60

RH: 20

Cupo:  2 venados jabalí libre

Tipo Finca: Abierta

Nº Has. Monteadas: 800 ha.

Resultado:  

V: 50 

J: 17 (2 navajeros)

CRÓNICA de la Montería:

Con muchísima niebla amanecía el pasado ocho de diciembre en Santiago de Alcántara, a donde ponían rumbo los cazadores que iban a acompañar a Monteros de Sopetran en este día de caza.

Escudera, era la finca que Antonio Pavón había escogido para esta jornada montera, debido a la querencia de las reses por la finca en esta época del año, en la que la bellota ya está en el suelo y engolosina a guarros y venados en esta preciosa dehesa rodeada por manchas de jaras.

Agua para la tarde, daban las previsiones meteorológicas por lo que la organización hizo un llamamiento a la puntualidad a sus cazadores con la intención de agilizar lo máximo posible todos los avatares monteros.

Tras desayunar unas buenísimas migas y con la niebla alta comenzaba Antonio Pavón a dar las últimas indicaciones sobre medidas de seguridad y estado de la finca, haciendo hincapié en que se tuviera especial cuidado con los varetos, dado que se había comprobado la existencia de muchos de ellos en el cazadero. Son, los venados del año que viene y ¡Cuánta razón tiene!.

Tras escuchar estas indicaciones el vingo, caprichoso él, quiso sacar en la primera de las armadas, el Cierre de la Agapita, la primera bola para José Antonio Vázquez Sastre, que curiosamente estaba a mi lado, se fue completando la armada y una vez sorteada, la sacaba Antonio Pavón hacia el cazadero.

Tras esta el cierre del Río, el de la Reforestación, el Sopié y el del Baldío junto con su traviesa.

En suertes tuve el dos de la traviesa del Baldío y mientras esperábamos para entrar al cazadero en la cancilla junto al primer puesto del sopie, ya veíamos los pelotones de reses que inquietos intentaban salirse y algunos lo conseguían por este punto.

Así jugaba el montero varios lances a venado ambos infructuosos, y es que le podía la presión de los espectadores.

Poco después accedíamos al cazadero y no dejaban de escucharse disparos dispersos por toda la mancha. Aquello pintaba muy bien.

Nada más llegar al puesto, cargué el arma me puse el chaleco de seguridad y comprobé las trochas, poner el culo en la silla y saltar al raspadero el primero de los venados fue todo uno. Un precioso catorce puntas pero con solo una cuerna que escogió el viso para trasponer, sin poder jugar lance con él.

Acto seguido una piara de jabalíes discurre por la orilla del monte sin salir al cortadero y justo delante de mí se detiene uno en el claro que me facilita una trocha, por lo que sin pensarlo le suelto un “taponazo” y aquello se “llena” literalmente de guarros que corren en todas direcciones, sin darme tiempo a jugar lance con ninguno más.

Con la suelta vino toda una explosión montera, aquello eran ladras y detonaciones por todos sitios, y en todas partes de la finca, un estrépito al que uno no sabía dónde atender, así, mientras atendía la ladra de un lado del acero, se me colaba otro venado también por el viso sin poder tampoco jugar lance con él, abatiéndolo finalmente mi vecino del número uno.

El postor se vino conmigo al puesto una vez colocada la armada y allí dio la cara Antonio que venía guiando la mano de las rehalas. Se mantuvo en mi postura durante el tiempo que los perreros fueron sacando la rinconada del barranco del baldío, tiempo en el que le dio tiempo a ver cómo fallaba estrepitosamente un lance con dos venados que entraban juntos pero mejor imposible. Aunque la llamada de un perro a parado indicaba que el primero de ellos, había quedado y sería cobrado más tarde.

Con la llamada a la atención se perdía Pavón entre las jaras para continuar guiando a los valientes que fueron sacando reses poco a poco de la espesura y metiéndolas en las posturas.

Una ladra de vuelta avisaba la carrera de un magnífico cochino que fue abatido en el número cuatro de mi armada por Emilio Ortiz, que se quedaba con él de certero disparo.

Con los perros cazando de vuelta se colaba otro venado por el viso sin poder jugar lance con él, me cumplía otro que era abatido en mi postura y finalmente entraba uno con cuatro puntas al que perdonaba justo cuando se encontraba el mulero acompañándome en el puesto ya con la montería agonizando.

La montería fue todo un apogeo de caza de principio a fin y con una neblina calona se retiraba a los monteros hacia el cortijo de la finca, donde esperaba David con su catering de “La Montería” con una estupenda comida.

Las reses llegaron a cuenta gotas al plantel al que le pilló la noche, consiguiendo sacar finalmente un total de 50 venados, destacando una primera fila de buen porte y 17 jabalíes con dos navajeros entre ellos, a los que había que sumar el cupo de hembras que abatieron los cazadores franceses que en esta ocasión acompañaron a Sopetran en una magnífica jornada montera “a la española”.

Fte: Carlos Casilda Sánchez.