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CRÓNICA DE LA ESPAÑA VACIADA: SAN ANDRÉS DEL REY

Una vez al año se reúnen en San Andrés del Rey (Guadalajara) los cazadores, familiares y amigos de la localidad y pueblos cercanos, y no tan cercanos, para celebrar la montería ya tradicional en la zona.

Es impresionante que un pueblo de la España vaciada, con 39 habitantes censados, pueda congregar a tanta y tan buena gente y se respire un ambiente tan acogedor y entrañable.

Acuden de los pequeños pueblos de la zona como Yélamos de Arriba, Peñalver, Budia, Fuentelencina y Romanones, otros de pueblos más grandes como Brihuega y pocos de la capital e incluso Extremadura. Veteranos cazadores de esa España dura de los pueblos de posguerra se mezclan con las nuevas generaciones, que por fortuna son el nuevo relevo de nuestras tradiciones.

Esta temporada el evento se realizó el sábado 23 de noviembre, y ¡ojo!, que ya se anunció que la montería de la temporada que viene será el 22 de noviembre de 2025.  

A las 9:30 h se dieron cita los 57 cazadores y acompañantes en la nave del Ayuntamiento. El día amaneció con niebla cerrada y llovizna.

Durante el desayuno, el comentario generalizado fue la posibilidad de montear si mejoraba la climatología y en caso contrario habría que suspenderla. No obstante, se siguió con el proceso de recepción de cazadores y el sorteo, y, por fortuna, sobre las once de la mañana David Ramos “el Serranillo”, organizador del evento, y su hermana Alicia, dieron luz verde para la salida de las seis armadas.

En total 350 hectáreas para montear, bosque de robles, quejigos y encinas, con barranquitos suaves y leves laderas, de las que darían buena cuenta las cuatro rehalas que nos ayudarían a poner a tiro a las reses. Las rehalas Díaz, JP Mote, Urdillo y Bautista, habituales de esta montería, conocen el terreno a la perfección y eso se nota en el desempeño de la jornada.

Y llegamos a nuestro puesto mi hermano, mi hijo y yo. Precioso. Un barranquito ancho, despejado, con subida muy suave.

Monto el rifle lo primero, que ya me lo sé, y pongo mi silla de montería. Hace fresco, algo de agua suave. El cuerpo está preparado.

No he dormido bien y sé que esta montería es excepcional, voy a estar con gente extraordinaria y si hay caza pues mejor.

Cosa extraña: A diferencia de otros años, ningún tiro antes de la suelta de las rehalas. Imagino los nervios del amigo Santos, que durante meses ha estado cuidando y supervisando la mancha, y la noche anterior no pudo dormir. ¿Se habrán ido los guarros? ¿se asustaron los venados? ¿han chanteado? ¿han echado un maleficio?…

Entra una liebre gorda y peluda con orejones tiesos. No me ve, pero yo sí y la disfruto… se pierde entre jaras y aliagas… «adiós, amiga, el arroz será con otra cosa, tú no estás invitada».

Suenan los doce primeros tiros y pienso que Santos ya estará más tranquilo.

Más ladras y los punteros de la rehala nos avisan…»¡que te los llevo chaval!». Rifle encarado. Movimientos suaves, aprendidos y anticipados. Sólo los ojos se desplazan, el cuerpo es una raíz fijada a la tierra. Entra un macareno de izquierda a derecha. No rompe. Sube por la linde entre la tierra y monte. Entre los árboles arrea y suelto el primero. No acierto. El negro grande arrea más. Suelto el segundo y estalla en el roble. El tercero se hunde en el humus. Por el ojo izquierdo veo, en paralelo al anterior, como un cochinete majo, probablemente un escudero, huye por lo limpio para distraer la salida del macareno. Valoro. Es tirable. Un disparo y le rozo por el lomo. Segundo, a unos 125 metros, abatido. El amigo Adolfo, de Yélamos de Arriba, le remata desde su puesto. ¡Gracias, compañero!

Algún peludo más pasó por el lugar, pero no a tiro. Pero sólo con verles ya merece la pena.

Muchos, muchos corzos, unos veinte en las cuatro horas que estuvimos. Distraen a los perros, pero disfrutamos la escena. Casi cuatro horas de emoción, entusiasmo y algo de frío.

Nos recoge el postor y vamos a por las piezas abatidas. Cargamos en la pickup de Adolfo las tres reses. Se colabora. La armada es una pequeña familia.

En total 112 disparos contabilizados, 11 reses, de los que 3 venados, y 8 jabalíes, de los que 2 con boca, en el plantel. Se quedaron dos guarros más en la mancha, parece ser que uno bueno, pero no se encontraron a pesar de seguir el rastro.

Este año tuvo suerte Fredy (de Irueste, afincado en Peñalver) que abatió 3 cochinos, de los que 2 son navajeros, y Carlos, de San Andrés, con un venado bonito para hacer patria de los oriundos.

Sobre las 15:30h ya estábamos de vuelta. Primero un “Protos” en el Bar Antiguo Horno del pueblo (y es que parece ser que en este pequeño pueblo de la Alcarria ¡se consume más Protos que en Peñafiel!). Piero, Valentina y su hija Raquel, que regentan el Antiguo Horno, también nos sirvieron el catering de la montería en la nave de ayuntamiento. Judías con oreja de primero, magro con tomate de segundo, postre y bebida. ¡Excelente, excelente de verdad!

Al lado de la nave donde comemos, hay una pequeña sala habilitada para el despiece, los cazadores que lo deseen pueden desollar sus animales para recoger la carne que el monte les regaló. Bonito y auténtico ver como Carlos, con su familia, despieza el venado que cazó para llenar el arcón.

En un pueblo tan pequeño, con tan pocos habitantes, que sea capaz de hacer una montería por 80 euros con desayuno, comida y bebida, ¡y que encima se vea mucha caza, que te puedas llevar la carne y se hermanen todos los pueblos de la zona en un ambiente inmejorable… señores, chapó, nos quitamos el sombrero!

Somos afortunados por tener la suerte de vivir esta experiencia en esta España que tanto nos gusta. Gracias.

Luis y Carlos Samaniego

 

FICHA DE LA MONTERÍA

 

MONTERÍA: SAN ANDRÉS DEL REY

ORGANIZACIÓN: DAVID RAMOS

Localidad: San Andrés del Rey- (Guadalajara)

Fecha: 23-11-24

P: 57

RH: 4

Cupo: Libre

Tipo Finca: Abierta

Nº Has. Monteadas: 350

Resultado:  

V: 3

J: 8 (2 navajeros)