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Historia de una de las mejores monterías de muflones de España.

Os pongo en situación. Llevábamos desde principios de marzo trabajando en una montería única, muchas visitas al corazón de Sierra Madrona y Valle de Alcudia. Mucha ilusión, mucho esfuerzo, muchas horas, muchos comentarios, buenos, malos y regulares, pero una confianza plena en D. Pedro Corell y Cándido Pastor Franco, que nos abrieron las puertas de este pequeño rincón del paraíso. 

Porque el cruzar la puerta de “Los Claros” es cruzar las puertas de un paraíso cinegético.

Los nervios en cada visita aumentaban; los preparativos solo hacían ponerme mas y más nervioso observando grandes muflones y venados de los que gustan abatir. Los cochinos cruzaban de un lado a otro como si con ellos no fuera la cosa. Revisábamos los puestos una y otra vez, teníamos 14 puestos marcados, y aunque no tenían peligro decidimos cazar solo con 12 puestos esta preciosa mancha de “Cerro Prieto”.

Grandes muflones aparecían una y otra vez, y la ilusión se apoderaba de todo mi equipo, inmersos en los preparativos para que nada fallase. Los cabos se iban atando poco a poco…, pero,… la desilusión nos llegó de pronto a falta de poco más de un mes para la montería.

Los buitres nos indicaban que algo había pasado. Cruzábamos los dedos para que no fuese uno de los grandes muflones que teníamos controlados,… pero como un témpano de hielo se parte al chocar con el suelo así nos sentimos: habíamos recibido un golpe brutal contra la realidad. Delante de nosotros teníamos un muflón de 215 puntos que superaba en 10 puntos el oro… muerto en el suelo, sin disparo alguno, sin causa justificada. Una baja que suponíamos bastante importante, ya que las previsiones de 5 oros que teníamos eran así más difícil de cumplir. 

Candi, el guarda mayor de la finca, nos tranquilizaba: -“hemos visto por lo menos dos más grandes que el que ha aparecido muerto, y por lo menos hay otros 4 o 5 muy, muy grandes también”.

Me puse rumbo a la finca. Los kilómetros no pesaban con la mente distraída, pensando con una montería que cumpliera el sueño de todos los allí presente. Al cabo de un tiempo nos recibía Julio, un guarda especial cuya nobleza le brota con solo mirarle.

-No sufras, me decía entre media sonrisa.

-¿Como no voy a sufrir?, pensaba yo…

Nos jugábamos mucho. No valía ya nada de lo anteriormente conseguido…, ni Jutia, ni Chaparrito, ni La Galiana, ni Jabardillo, ni Montera Baja… Ninguno de los premios recibidos antes valían ya absolutamente para nada.

Esto era una nueva reválida y quizás tanta exigencia, tanta expectación, y tantos ojos mirándonos, pendientes de qué pasaría, lo habíamos creado nosotros con unas expectativas tan altas (5-10 Oros, 5-10 Platas y 5-10 Bronces), por lo que no debíamos fallar y no podíamos fallar.

D. Pedro había confiado en nosotros para que fuera esta una de las mejores monterías de España de la temporada 2020-2021, y nosotros confiábamos en él.

Candi solo comentaba que lo que decía D. Pedro iba a misa, y que no nos iba a fallar. Que las garantías las iba a cumplir si saliese mal, pero que la montería no iba a salir mal.

Candi, el guarda mayor, rebosaba sabiduría y conocimientos sobre el comportamiento de los muflones. Lo suyo era una lección continua de monte y una clase práctica cada segundo que me brindaba. 

Pedro, Candi y yo nos sentamos en el porche de la finca, quedaban días, el trabajo estaba hecho. Solo quedaba que llegara la hora y el día en que los monteros cumpliesen el sueño de abatir una medalla de “Ovis Musimon”. 

 

“Alea iacta est”…

La Hacienda Carboneras recibía la tarde del viernes 9 de octubre a los monteros con todo mi equipo preparado para hacer unos test rápidos de Covid y quedarnos así más tranquilos todos.

Una vez realizados estos test, y tras dar todos negativos, procedimos al sorteo de los 12 puestos. Una grata presencia, la de D. Adolfo Sanz, me ponía aún más nervioso. No por él, ya que su presencia en esta casa siempre es bien recibida, sino porque indicaba que ya era el momento. Era el momento de comenzar el sorteo con todos los monteros ocupando sus asientos  mientras picoteaban nerviosos lo que Lalo, Antonio y Mercedes nos habían preparado para cenar.

Un minuto de silencio por las víctimas de esta pandemia era roto por un aplauso de ánimo para todos esos luchadores que están combatiendo la enfermedad. 

El sorteo transcurre con normalidad y los monteros ya tenían su puesto y podían verlo a través de un vídeo resumen que se hizo de todas las posturas.

Luego entrega de mascarillas de Monterías Riquelme y a disfrutar de la cena y de la buena compañía.

La ilusión era palpable en los monteros y todos coincidían en lo mismo: mañana vamos a pasar un buen día y que sea lo que Dios quiera.

Todos disfrutaban de la cena y la grata compañía excepto uno, el puesto número 3, que le había tocado a mi amigo Juan Carlos Guillen, uno de los dos puestos que no era de testero y que aún así era muy bonito y natural, pero no gustaba al montero.

Su cara era un poema y decía –ya estoy amargado. Aunque mañana mate un Orazo ya tengo el día dado…

A las 9:00h de la mañana del día siguiente cité a los monteros en la puerta de la finca. Estaba todo preparado. Un salón precioso con olor a migas y grandes trofeos los recibía.

Decidí entregar una placa a la propiedad no solo por el magnífico trato que nos dio desde que pisamos por primera vez la finca, y por dejarnos montear su finca, sino también como reconocimiento al trabajo que llevan realizando durante muchísimos años y que tanto yo como mi equipo observábamos una y otra vez en cada visita.

Había otra placa para Candi, pero él estaba a lo suyo ultimando detalles. No había quien le cogiera la pista y ya tenía a todos los secretarios en sus puestos esperando a los monteros.

Una salve y una  oración por parte de D. Pedro daban el pistoletazo de salida a una montería que quedará sin duda en el recuerdo.

Los primeros en entrar en “Cerro Prieto” eran el puesto nº11 de los hermanos Polvillo, junto al nº12, que le tocó en suerte a Satur Montoya.

Desde el viso les observaban una gran pelota de muflones con 4 o 5 de categoría, cuando empiezan a romper 7 venados a los puestos.

Los puestos 6,7,8,9 y 10 entraban en la mancha, y ya el tiroteo de Satur se hacía notar, pues no necesitaba más que un tiro por animal para hacer su cupo con el muflón más bonito de la montería, un orazo perfecto y con el pelo ya de invierno, que cumplía el sueño de un cazador experto curtido en mil batallas africanas.

Satur demostró el temple digno de “José Tomás” y la puntería de “Diego Ventura”.

Mientras se colocaban el resto de posturas, la mancha era un auténtico hervidero. Las reses corrían de un lado para otro y a los hermanos Polvillo, que empezaban a quemar pólvora, se les sumaba Silva, mientras los cochinos y los muflones empezaban a cumplirle una y otra vez.

Hicieron un magnífico cupo. Fue sin duda uno de los puestos de la montería, cobrando 3 muflones, uno de ellos rematado por los perros del gran Corchero. Impresionantes los tres. Además cobraron 2 jabalíes  y uno de los venados más bonitos de la montería.

El tiroteo era incesante. En el nº1 Martí Prats y su padre, con un tiradero larguísimo, precioso y difícil, pues era un paso incesante de reses, veían como una veintena de venados cumplían una y otra vez en su puesto. El primero que le entró era un gran venado, y Coco y Carlos, gente del equipo de Monterías Riquelme, le insistían –“tiraló, tiraló”,  pues era un precioso venado de 15-16 puntas que finalmente se salió de la mancha e incomprensiblemente lo dejó pasar, abatiendo posteriormente por error un venado de 10 puntas.

Los muflones se le antojaban difíciles, pues le entraban en pelotas. Aunque no tuvieron un gran día, por los nervios de una montería que se estaba antojando como nuestra montería del año, consiguieron hacer un gran cupo, aunque muy trabajado.

Con todos los monteros en sus puestos, algunos con los cupos hechos, llegó el momento de que entraran los encargados de batir la mancha: “Los Campi” con Juanito, Javi y Manuel, y Ángel Corchero con Candi, estaban listos para soltar colleras, pero en el último momento tomé la decisión de soltar solo a Ángel Corchero y mandar a los Campi a esperar.

Los perros de Ángel, con mucho más cuerpo y “patas”, debían hacer correr las reses primero, y una vez el fuego de la montería menguara un poco, después del arranque constante de los grandullones para meter los venados en el puesto, era hora de meter la “gasolina” y la electricidad de los perros del Campi, formando tándem perfecto entre dos de las rehalas punteras con las que contamos siempre.

Con las rehalas batiendo la mancha, los puestos conseguían rápidamente hacerse con sus cupos, mientras los perros no paraban una y otra vez de mover las reses.

Manuel y Javi Campi daban con un gran navajero y comenzaban a cantárselo al puesto número 10 de Juan Infantería, que tenía un bonito venado abatido y un muflón.

El cochino se colaba por su precioso pero difícil y tapado puesto, pero su hijo de un certero disparo lo paró de manera fulminante… ¡un gran navajero le cantábamos todos!.

Un muflón plata cerró el cupo. Lo habían pinchando y tras una confusión pensando que estaba rematado en el nº 9, apareció poco más abajo de su puesto.

Seguíamos avanzando hacia el puesto del amigo Popy, el nº 9, y su cara de felicidad lo decía todo. Había abatido uno de los muflones oro de la montería y había jugado varios lances a jabalíes. Estaba pletórico, aunque su felicidad no era esa…; Su mujer había abatido su primer venado en montería, un precioso venado que inmortalizó para la eternidad “Sol Montero” de la mano de Juanma.

Aún le faltaba un muflón para completar el cupo cuando comencé a llamarlo a voces, un cachorro de Campi estaba atrancado con otro jabalí con boca, pero ya estábamos demasiado lejos. Tras unos momentos de angustia y unos cortes al can, conseguimos que se acercara Isidoro, que ocupaba el nº 8, y remató el enorme jabalí , recibiendo la enhorabuena “in situ” de todos los allí presentes.

Antes de esto ya tenía el cupo hecho, como así me lo hizo saber por WhatsApp con un mensaje que decía algo así “Cupo hecho, espectacular. ¡Vaya Monterión!”.

No era para menos, pues cerró el cupo con el navajero y con dos muflones oros,  otro oro rematado y un bonito venado. ¡Casi nada!.

Mientras tanto Cándi movía continuamente las grandes pelotas de muflones una y otra vez. No se vio ni un perro andando por los grandes llanos de la mancha, ni una sola vez solos.

Asediaban los guerreros de Ángel continuamente las reses contra los puestos, y así le cumplían perfectamente al puesto número 2, de Jaime Rufo y Norberto, que fueron unas de las sensaciones de la montería por el antes, durante y el después.

Porque nuestros dos amigos no es que hicieran un cupo de categoría, es que encima Jaime se coronó con un muflón extra del cupo, cerrando su montería como ellos decían: “ESPECTACULAR”.

Nuestro amigo Guillen, en el nº 3, acompañado de un SEÑOR en mayúsculas como es su padre (y así lo demostró en sus pinitos televisivos no perdiendo nunca la compostura), tenían una papeleta difícil en un puesto que a priori no le gustaba al pequeño de los Guillen. Pero el ajetreo era incesante y tenían gran parte de los muflones encamados en la umbría frente a su puesto, y de pronto, al fondo, uno sobresalía de todos los demás. Era gordísimo, súper abierto y súper enroscado. Era el que teníamos visto y teníamos duda si se metería cerca del Récord de España. Una auténtica bestialidad y preciosidad de animal.

Solo tendría una oportunidad para abatirlo, pero mi amigo Juan Carlos es fino, ¡muy fino!, y no le dio opción.

Iba acercándome al animal abatido, le preguntaba si era bueno, y él decía que lo había visto de muy lejos, pero que parecía buenecito. Mientras me acercaba no daba crédito de lo que estaba viendo. “Coco” y yo nos mirábamos y dijimos a la vez ¿pero esto qué es?. La emoción me podía y comencé a gritarle a Juan Carlos: – “tú no te haces una idea de lo que has matado chaval” “acabas de abatir el animal con el que sueña todo el mundo”… Era un muflón viejo, en plenitud, en su máximo apogeo.

Su padre había errado un magnifico venado, quizás el más grande que había en Cerro Prieto, y que saltó casi sin rozar la malla para pastar en libertad por la mancha Madre, pero estaba feliz, su cara lo decía todo. Había visto a su hijo cumplir un sueño, y “casi” obligado por su hijo abatió otro bonito muflón que estará muy cerca del bronce, pero ya todo estaba de más. Habían logrado vivir una de las experiencias más bonitas que existen: disfrutar de tu padre en una montería y de esta manera.

Poco después llegaban los Campi a las inmediaciones de su puesto y le cantaban tres venados. – “el último” gritaba Campi, –“te va a entrar precioso”. Lo dejó cumplir y a sus pies cayó, cerrando así el cupo con  el venado, pero destacando el espectacular muflón que había conseguido anteriormente. 

En los puestos nº 4,  5 y 6 los muflones se resistían a cumplir. Había alrededor de 35º C y en estos puestos, que tiraban a la solana y con grandes rochos, los muflones no terminaban de cumplir, aunque los venados si que cumplían de sobra. 

Era el momento de restructurar las sueltas y de cazar para ellos.

En el nº 6 José Sanchez hizo un cupo precioso, aunque fue uno de los puestos menos querenciosos de la jornada. Una vez completado dicho cupo les pasó uno de los muflones de la montería ante la mirada atónita de los monteros. Cosas de la caza.

En el nº 5 nuestro amigo asturiano Rubén y su señora disfrutaban de muchos lances a venados y algunos también a muflones, pero el cupo se le resistiría casi hasta última hora, donde gracias al esfuerzo de perreros y batidores conseguía completar un bonito cupo con dos bronces de muflón y dos venados bonitos de montería.

En el nº 4 el señor Cascales tuvo que esperar hasta que sonara la bocina para hacer el cupo, no por falta de reses, sino porque estaba bien avanzada la montería cuando los grandes muflones aparecían en su puesto. Y para colmo cada vez que conseguíamos ponerle los muflones a tiro, el montero, a buen criterio, no apretaba el gatillo ante la cercanía de los perros y perreros, ya que por sus voces parecían estar más cerca de lo que realmente estaban. Finalmente cumplió con uno de los grandes oros de la montería y un jabalí, que abatieron mientras cobraban el último muflón de su cupo.

En el nº 7 el amigo Daniel Bejarano y su hermano disfrutaban del puesto de su vida.

Los muflones se los comían en el puesto y no sabían a qué venado jugar el lance. Tanto es así que un muflón solitario y de grandísimo porte aparecía en su postura y no sabían si disparar o no, pues estaban locos ya de la cantidad y la calidad de lo que le estaba cumpliendo en el puesto. Finalmente decidieron tirar ese muflón y lo cobraron de un disparo certero. Antes ya habían abatido un venado, que yo les encontré y que pensaban que no habían tocado.

Al abatir el muflón me acerqué a valorarlo, dándole la enhorabuena, –“magnífico muflón”, mínimo es plata, les dije.

Dani no se lo creía y me decía “pues casi no lo tiro, pues me parecía chico” , y yo me reía mientras le pedí que bajase a verlo. La cara le cambió de forma instantánea y una sonrisa se dibujaba en su rostro. Tenía el brillo de la emoción en los ojos y la satisfacción del deber cumplido.

Entre los hermanos se repartieron 3 muflones y los tres de categoría, con uno que era un auténtico avión por su envergadura. Los cochinos le cumplían de un lado a otro sin apenas opción de tiro, pero para ellos y para todos ya ESTABA LA MONTERÍA HECHA…

 

Eran las 14:00h en punto cuando Cándido y yo dábamos la montería por finalizada.

D. Pedro me solicitaba confirmación de que todos los puestos habían hecho el cupo. “No es que hicieran el cupo, es que muchos han abatido una res extra”, asegurándonos un plantel de los que nunca se olvidan.

Ahora era el turno de Pelino, Coco, Carlos y Juan Antonio (mi gente de confianza) que empezaban a sacar las reses junto a los secretarios (alguno se hizo más fotos que Norma Duval en el posado de verano).

Los monteros llegaban al cortijo, donde un “tentempié” los esperaba en el porche de la piscina, mientras las mesas eran montadas en el jardín para un distendido almuerzo. Llegué allí y los Monteros querían abrazarme y darme la enhorabuena, pero el maldigo Covid hizo que el abrazo efusivo se tornara en abrazo a distancia.

Allí estaba D. Adolfo Sanz. Su mirada me lo decía todo. Había estado disfrutando de la montería junto a Ruben del Sol en un lugar privilegiado. No recuerdo sus palabras exactas, pero hay momentos en que la miradas dicen más que las palabras. Los ojos vidriosos de una persona que siempre ha confiado en mi me hacía un nudo en la garganta. Allí estaba también Rubén, que ha vivido muchos éxitos nuestros ya, pero este era especial.

La sonrisa de D. Pedro, el propietario de la finca, era contagiosa. Jamás lo vi sonreír tanto. Todo había salido a pedir de boca.

Eran las 15:00h y el plantel estaba formado. Los monteros no querían ni comer, solo disfrutar de un plantel de ensueño.

Se me venían muchos momentos a la mente, tenía que apartarme del plantel porque la emoción me brotaba por la piel. Llegaron Los Campi y Mari Ángeles, que se había portado como una jabata partiendo monte en la mancha. Llegaba mi gente.

Me fui con ellos mientras observaba como los monteros hacían fotos mientras comentaban “ha sido la mejor montería que he visto nunca”, “vaya espectáculo” “¿cuantos oros habrá?”,.. “Son todos Medallas”.

Yo seguía con una sonrisa que me iluminaba la cara,… lloraba, reía, lloraba, reía…, y así hasta que llegó Candi ,el Guarda Mayor, quien junto a mi habíamos ejercido de capitanes de montería. No lo dejé casi que se acercara al plantel. Tenía que mirarlo a los ojos y darle la GRACIAS de corazón.

Probablemente habían conseguido prepararnos UNA DE LAS MEJORES MONTERÍAS DE MUFLONES DE LA HISTORIA DE ESPAÑA. De nuevo “Los Claros” estaban en el lugar que le corresponde.

Medimos “en verde” uno a uno todos los muflones del plantel. El resultado era abrumador: 14 Oros, 3 de ellos de más de 220 Puntos, 7 Platas, 9 Bronces… y sabíamos que iban a aparecer más, ya que al entrar en pelotas había algunos muflones pinchados, como así fue.

Al Plantel de los 30 muflones había que sumarle al menos dos más, pero nos daba igual, porque con lo que había era más que suficiente.

Mi más sincero agradecimiento a todo el que sumó en esta cuenta perfecta, en especial a Lalo y su familia por todo lo que vivimos en Hacienda Carboneras,  a Producciones del Sol por inmortalizar un recuerdo memorable, a D. Adolfo Sanz por vivir en primera persona lo que las cámaras no recogen, y por ver de primera mano que más fotos no hacen justicia a la calidad de lo que allí vivimos. A Alba, María, Mari Ángeles y Sara. A Julio el guarda,  que tanto y tanto cariño puso en la montería. Agradecer también a la guardería, a TODA la Familia Corell, que puso su granito de arena, a porteadores, secretarios y todo el que arrimó el hombro para que en una hora estuviera el plantel formado.

¡Cómo no!, también hacer una mención especial a “DAMJE” seguridad Rural, que de la mano de Jesús López y Damián Rodríguez velaron para que se cumplieran todas las medidas recogidas en el protocolo Covid.

A D. Pedro por su confianza hacia mí persona, y por su EJEMPLAR DIRECCIÓN al frente de tan magnifica finca. A D. Cándido Pastor por el amor y fidelidad a su trabajo y por las lecciones que me ha dado día tras día. 

Gracias a todos y a cada uno de los que de una manera u otra habéis conseguido que la MONTERÍA celebrada el 10 de Octubre de 2020 en “Los Claros” sea lo que fue: UN SUEÑO CUMPLIDO.

Jesús Riquelme.

FICHA DE LA MONTERÍA.

MONTERÍA: LOS CLAROS-Cerro Prieto

ORGANIZACIÓN: MONTERÍAS RIQUELME

Localidad: C. Real

Fecha: 10-10-2020

P: 12

RH: 4

Cupo: 2MF+1V+J

Tipo Finca: Cercada

Nº Has. Monteadas:

Resultado:  

V: 14 (2 destacados rozando bronce)

MF: 32 (14 oros, 8 platas, 10 bronces)

J: 8 (2 navajeros)