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UNA SERIA MONTERIA.

En El Recuenco, a las ocho y media de la mañana, era la hora fijada por Alberto Herranz para abrir la mesa del sorteo de la montería en La Virgen. Esta mancha perteneciente a la localidad alcarreña, recibe su nombre por contar en su interior con la Ermita de La Virgen de La Bienvenida.

El lugar recibía a los monteros con una mañana nublada, ventosa y realmente fría, en lo que más parecía una jornada invernal que otoñal. Si bien, se pudo combatir estas condiciones con un contundente desayuno de patatas, huevos y pimientos.

Pasaban por la mesa del sorteo los cazadores según iban llegando, y la suerte iba repartiendo a los mismos por las distintas armadas. Había puestos de todo tipo, abiertos, en carriles, en el fondo de barrancos y en los altos. Eran ocho decenas los que cerraban el área a montear, salpicada de pinos, enebros, majuelos, brezos y algunos quejigos.

Tomaba la palabra Alberto Herranz ya pasadas las 9:30 y su socio Quique –en tono serio- insistía en las normas a cumplir y en la importancia de no tirar sobre varetos y horquillones, o sobre corzos y machos monteses, también presentes en el coto. La misma organización denunciaría a quien abatiera alguno de estos animales.

Tras los parlamentos, salían las primeras líneas de puestos camino al monte. Voces de los postores llamando a los monteros para que no se despistaran, y excelente y rápida organización de esta tarea, que tanto tiempo suele llevar. Al dejar las carreteras e internarse por carriles, parada de quien comanda la fila de coches y coloca los puestos, y nuevo repaso de la armada para comprobar que nadie se haya perdido.

Al llegar a las posturas, indicaciones claras de hacia donde se puede y no se puede disparar, e información de por dónde batirían los perros. Las puertas –que dirían en el sur- muy bien colocadas, primando la seguridad. Los vecinos que se tienen que ver, se veían claramente, y los que era mejor tapar jugando con el terreno, perfectamente tapados para evitar accidentes.

Antes de que los perros salieran de los furgones, ya algunos tiros sonaron por la mancha. Las primeras reses, y algunas piaras comenzaron a moverse, haciendo que algunos cazadores jugaran los primeros lances.

El frío arreciaba, siendo la sensación térmica realmente baja, y se agradecían sobre manera los tímidos rayos de sol que asomaban entre las nubes. Pero los perros se adentraban en el cazadero, y había que estar atento, pues la suelta se producía al llegar el mediodía.

Tiros chorreados y dispersos sonaban por los puestos más afortunados del Barranco del Hocino y los centrales del cierro del Pozo de La Sierra. Se producían lances, pero la montería tenía como un rictus de seriedad, no sonaban voces de los perreros, y apenas se escuchaban algunas ladras. Faltaba la alegría tan típica de las monterías del sur, aunque realmente había caza y muchos puestos jugaban su suerte de cuando en cuando.

Hubo algunos momentos de silencio prolongado a mitad de montería, algo que unido al viento y la temperatura, hacía que la estancia en los puestos se tornara desagradable. Sin embargo, pasado el ecuador de la cacería se animó bastante el monteo, incluso algún perrero se animó con las voces. Fundamentalmente fueron las reses las protagonistas de estos momentos, pues habían aguantado agazapadas hasta que se les echaron encima las manos de las recovas.

Ciervas, venados, varetos, gamas y algunos corzos se paseaban entre pinos, brezos y barbechos, y eran protagonistas una vez más en el Barranco del Hocino, y ahora también en el Balcón del Hoyo y la traviesa de La Aguja.

La montería, con toda su seriedad de carácter y por su buena organización, iba tocando a su fin. Tardaron algo los postores en retirarse, y quedó la sensación de que la mancha escondía más caza de la que los perros sacaron, pero es que la calidad de las rehalas, no fue ni mucho menos algo serio, más bien dejó que desear. No gusta decir esto de perros y perreros, que hacen un trabajo extraordinario y patean monte a base de bien, pero una rehala es cosa seria, y no vale con echar furgón, unos “chuchos” y ponerse un mono de colores. Una pena, porque esta fue sin duda la nota más discordante de la jornada montera.

De nuevo en El Recuenco, junto a la nave del Bar el Boleo, se sirvieron platos bien calientes de judías y de un guiso de carne de cerdo. Mientras fuera -en una explanada junto a la carretera-, se iba formando un plantel que protagonizaban muy pronto varios navajeros, que sin embargo fueron llevados a la junta de la tarde, ya con las cabezas cortadas.

En el monte, postores y demás personal de la organización se afanaban con todoterrenos y quads en sacar la caza abatida. Algo que no resultaba fácil, sobre todo en algunos hondos y barrancos, lo que hizo que la noche se echara encima hasta juntarse en el cemento un total de 7 venados –1 destacable, de preciosas coronas-, 18 cochinos –con 6 navajeros, dos de ellos muy buenos- y 12 hembras, a los que al día siguiente se sumó un gamo que había pinchado un montero.

En resumen, una montería con caza –salvaje-, una organización seria y donde se ve que un equipo joven derrocha ilusión, y una manera de montear seca o muy castellana quizás, donde la nota negativa se la llevaron esta vez algunas de las jaurías presentes con perros de escasísima afición y calidad.

Felicitar desde estas líneas a Alberto Herranz y a todo su equipo, pues La Virgen fue un ejemplo más del trabajo tan positivo e ilusionado que desarrollan, y que hacen de esta joven organización una de las más destacas de Castilla La Mancha, cuando de caza en abierto se trata.

¡Suerte en lo que queda!

Fotos: autor y organización.

F.J. López Maraver

FICHA DE LA MONTERÍA:

LA VIRGEN

ORGANIZACIÓN: SC HERRANZ

Localidad: El Recuenco-GU

Fecha: 23-11-19

P: 80

RH:

Cupo: libre

Tipo Finca: Abierta

Nº Has. Monteadas: 850

Resultado:  

V: 7

G: 1

J: 18 (6 navajeros- 2 posibles medallas)

H: 10