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La Hoya del Mortero cumplió, pese a las adversidades. 

Es para nosotros algo muy especial, abrir temporada cazando en pleno corazón de las Villuercas, santuario por excelencia de la montería en Extremadura, como especial es también para nosotros esta bonita mancha de “La Hoya del Mortero”, enclavada en el interior de estas benditas tierras Villuerquinas.

Dos sorteos y algunos contratiempos. 

La mancha es una durísima sierra de solana que te obliga a hacer dos sorteos. Un sorteo para monteros que, bien por edad o por no tener una buena preparación física, les limita el poder llegar a apostarse en muchas de las cintas colocadas en los 4 cortaderos que se elevan casi hasta el mismo cielo, con pendientes y piedras que rompen las piernas de cualquier montero, por muy joven que este sea, y aun teniendo una buena preparación física, y más aún si están mojadas.

En el segundo sorteo, entran ya las cartulinas de los puestos más bajeros, a los que se llega a las cintas sin problema, accediendo por los carriles a las armadas de Malampo y Camino Viejo.

Con mucho mimo y persistencia, fuimos atendiendo semanalmente los comederos, desde que el pasto se seca, allá para primeros de junio, aquí en nuestra querida tierra extremeña,
los cuales atendimos semanalmente hasta la misma semana de antes a la fecha marcada para montear la finca.
Con el verano más caluroso que jamás conocí en Extremadura a mis 47 años, la máxima preocupación para nosotros era que los puntos de agua que hay en las distintas fincas que gestionamos no desaparecieran.

Y precisamente en esta finca “Hoya del Mortero”, obra maestra que dio forma la madre naturaleza, por sus venas corren limpios manantíos de agua que brotan a media falda y fluyen hasta el “pantanete”que tiene la finca en su sopié.

En estos manantíos, marcamos los mejores puntos para poner los comederos para jabalíes, ciervas y venados.

Espectacular fue ir viendo, como en estos comederos y aliviaderos de agua, se iban concentrando una cantidad muy importante de cervuno y jabalíes.

Con mucha puntualidad y de forma semanal mi amigo “El Chata”, me iba informando de lo que allí iba sucediendo. Sus noticias semanales me impacientaban, a tener que esperar a cazar la finca el 23 de octubre, ya que desde agosto, en aquellos barrancos bajeros donde teníamos nuestros comederos llegaba en horas nocturnas y diurnas muchísima caza.
La fecha se iba acercando y mi única inquietud era que las ansiadas lluvias otoñales llegaran de forma abundante y en jornadas previas a la montería.
Sabía que ya con mucha bellota en el suelo, también en fincas cercanas y sin la necesidad vital y diaria de agua de los animales que bebían y refrescaban en los manantíos inagotables de “Hoya del Mortero”, la caza sería libre.

Pero la caza en abierto es así, la naturaleza te pone en tu sitio a la primera de cambio y te aclara rápidamente que nada de ella te pertenece.

Pues bien; mis miedos más inquietantes, climatológicamente hablando, se dieron justamente los tres días antes a la fecha marcada para montear.

Entonces es cuando te das cuenta de nuevo, que cazar en abierto es así de ingrato para aquellos que dan hasta la última gota de sangre en intentar conseguir el mejor plantel posible allá donde va. Pero como he dicho antes la naturaleza te pone en tu sitio, lo asumes y, lógicamente, lo entiendes. Esto es así, esto es caza pura, sin alambres, sin puertas y no te pertenece ni un solo animal, por mucho que los hayas mimado y respetado durante tantos meses, con lo que además ello conlleva económicamente.
Pero precisamente por esto mismo, es lo que te sube al cielo cuando das una gran montería en abierto. Y por ello es, por la dificultad del evento, lo que te engancha a seguir en esto.

Hasta el rabo todo es toro.

Con las previsiones a la baja después de tres días de temporal de viento, niebla y agua que azotó de lleno a esta altísima solana, cité a los monteros a las 8:30 de la mañana en el bonito pabellón de caza de la casa de la finca.

Puntuales fueron, desayunamos como Dios manda, rezamos a nuestra patrona nuestra Señora La Virgen de Guadalupe, y dimos comienzo al sorteo de los puestos de la montería.
La montería ya venía un poco torcida con el temporal previo, pero se torció un poco más al tener que esperar hasta cerca de las 12 de la mañana a un grupo de compañeros extranjeros que no daban con la finca por culpa de seguir los mapas que la tecnología GPS les indicaba. Tecnología que siempre ayuda, pero alguna vez que otra te la “lía parda”.
Dos sorteos y dos monterías totalmente distintas la que pudimos vivir el pasado domingo 23 de octubre. Mucho frío, viento y niebla tuvieron los puestos de los collados, y los monteros que ocupaban los puestos más altos de los cortaderos. En cambio, con el mejor día de montería que puedas imaginar, húmeda, monte seco por los vientos previos, una temperatura muy buena, sin prácticamente viento y nada de niebla cazaron el resto de los monteros. Con estos datos, aquellos que no conocen esta finca se pueden hacer una idea de la gran altitud a la que se encuentran los monteros que ocupan los collados. Monteros que muchos de ellos no pudieron casi cazar cuando la niebla se hacía más espesa , oportunidad meteorológica que jabalíes y venados supieron aprovechar para volcarse a la umbría de Matallana sin ser ni siquiera apuntados por las armas de los monteros, al no poder identificar ni ver a los animales que les pasaban prácticamente delante de las narices.

Suelta tardía, muy tardía, a las 13:30 horas.
Los guerreros de Plaza, Villa, Nica y Jesús Rosales salían como cohetes de los furgones en busca de los guarros y venados de la sierra de la finca desde la linde de Navalconejo. Al Este, también dejaban salir a cazar a sus perros nuestros amigos Pedro Casillas, El Chata y David El Niño, buscando el choque con sus compañeros que venían del cierre de Navalconejo.
En los barrancos más bajeros de la mancha y también desde la linde de Navalconejo para cazar en dirección Este hacia el pantano de la finca, cazaban con sus buenos guerreros Crispín y Jorge. En solitario soltó Agustín para intentar sujetar un poco la caza que fuera de huida de las manos que venían de la linde de Navalconejo.

¡Llegar y pegar!

Fue soltar en cada mano y las carreras y ladras se sucedían por todos sitios. En cambio los rifles no sonaban, la caza juega con mucha ventaja en esta mancha. Mucho monte, y mucha pendiente les facilita dar esquinazo a los perros, y a estos les cuesta mucho más trabajo meter a los animales en líneas de tiro. Muchas ladras que se perdían sin jugar lance en la cuerda, alguna también en el sopié. No me lo explicaba, no sabía bien que sucedía en lo más alto de la sierra, hasta que el postor me saco de duda, “Pepe, varios puestos de los collados no pueden tirar, no ven la caza por la niebla y es mejor no arriesgar”. Chapó por aquellos monteros qué decidieron no tirar cuando la visibilidad era reducida.

Poco a poco la montería avanzaba, muchas ladras pero muy pocas detonaciones. Estadísticas que me iban hundiendo cada vez más desde el peñón que hay en los barrancos de la parte más baja de la mancha y que me enseña y deja ver toda, absolutamente toda, la montería y por tanto poder “ayudar” a las manos de perros y a sus rehaleros.

No más de 90 detonaciones puede marcar en el contador a las 16:45 h, hora que finalizó la montería al escuchar las caracolas que llamaban a recogida.

Pues bien, si en la crónica del año pasado se pudo leer como comenté la mala puntería de los allí presentes, que acortaron mucho lo que pudo ser claramente un resultado final mucho mejor del que fue. Este año en cambio, los monteros me salvaron de un gran “batacazo”, descalabro que ya tenía más que asumido antes de terminar la montería, y es que en la caza, como en muchas cosas en la vida, es de sabios no adelantar acontecimientos hasta no ver con tus propios ojos.
Los 55 puestos del pasado 23 de octubre, y con tan solo 90 detonaciones, en una finca donde los tiraderos no son nada fáciles, consiguieron hacer un más que digno plantel final con 18 venados, 5 jabalíes y 2 ciervas. ¡Bonitos!, más que bonitos venados los de esta finca, que todos los años sé pueden ver en el cemento de la junta de carnes.

Eternamente agradecido estoy un año más a la familia Torrejón, desde el primero al último de ellos. Respeto, hospitalidad, facilidades, atención y ayuda incondicional siempre recibo de vosotros. Así todo es más sencillo de algo que es muy complicado. Porque muy complicado es esto de montear en abierto como bien sabéis.

Quiero dar las gracias a todos y cada uno de los monteros que nos acompañaron, a todas y cada una de las rehalas que hicieron un gran esfuerzo y trabajo el domingo. Al amigo Jesús que trabajó duro junto a sus mulas en bajar la caza de lo mas alto de la finca. Al magnífico Catering de los Alisos. Mil gracias a todo mi equipo que trabajaron nuevamente muy duro y muy profesional como siempre. Agradecer la atención y paciencia del veterinario, a los guardas y propiedades de Navalconejo y El Común. A todos los que nos ayudáis y respetáis en la aldea de La Calera. No puedo dejar de agradecer el trato que recibo yo y los monteros cuando nos alojamos en Guadalupe en el Hotel la Hispanidad, gracias Fran, gracias Edu, y gracias a todo el personal que trabajan en él.
Pero es momento de acordarme de un gran amigo “El Chata”. Jose, no te quepa la menor duda que sin tu ayuda incondicional no podría dar esas manchas cercanas a donde tu vives, Alía.

¡Gracias, gracias y mil veces gracias!

Una crónica de Pepe Morales-Arce. 

FICHA DE LA MONTERÍA

ORGANIZACIÓN: MORALES – ARCE GC

Localidad: ALÍA – LA CALERA – 

Mancha: LA HOYA DEL MORTERO

Fecha: 23-10-2022

P: 55

RH: 17

Cupo: libre

Tipo Finca: Abierta

Nº Has. Monteadas: 

Resultado:  

V: 18 venados (3 bonitos de montería). , 2 ciervas

J: 7 jabalíes (5 de tiro y 2 de agarre con dos navajeros)

 

la hoya del mortero

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