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Muchas personas desconocen  lo que  cuesta la creación y el mantenimiento de una rehala y algunas incluso creen que se llega a ganar dinero con esto de los perros.

No conozco a ningún rehalero que se gane la vida con la rehala siendo el objetivo de todos que al menos no cueste. Echando las cuentas de lo que cuesta con lo que se recibe, se evidencia que es una actividad ruinosa entendida solo por la pasión que los rehaleros tenemos por los perros y la montería. Los rehaleros son personas apasionadas de los perros, que los tienen por afición y que intentan que esta afición les cueste lo menos posible.

La creación de una rehala partiendo de la nada supone realizar un proyecto a través de un ingeniero o arquitecto colegiado, presentarlo en el Ayuntamiento y Comunidad correspondientes para el control de todos los aspectos y posterior aprobación, disponer de un terreno, edificar unas  perreras con agua y luz,  comprar un vehículo y adquirir también los primeros cuarenta o cincuenta perros. Como cualquiera puede deducir, todo esto supone muchísimo dinero.

Luego está el mantenimiento anual de la rehala, cuyos elevados gastos se pueden clasificar en cinco apartados principales:

  1. Alimentación

Alimentación de 50 perros. Pienso compuesto es lo idóneo. De alta energía en temporada y piensos específicos para madres gestantes y cachorros.

 Para poder montear con veinticinco o treinta perros es necesario tener en las perreras al menos cincuenta animales, contando entre ellos una quincena de cachorros para el renuevo.

  1. Sanidad y veterinaria

Los gastos de sanidad y veterinaria  contemplan: 1) las vacunaciones de todos los cachorros, así como una vez al año la tetravalente para toda la rehala, además de la preceptiva  antirrábica. 2) los medicamentos como antiparasitarios, antibióticos, antiinflamatorios, vitaminas, anestésicos, antihemorragicos, elementos de coser, etc 3) los productos para la limpieza y asepsia de perros, perreras y vehículo. 4) los servicios veterinarios. 5) Cursos y requisitos oficiales binestar animal

  1. Mantenimiento de instalaciones, vehículo y reposición de utensilios

Estos conceptos incluyen la amortización y  revisiones del vehículo, pintura, encalado y otras obras de mantenimiento o mejoras en la perrera, reposición de collares, chapas de identificación, colleras, mosquetones, cadenas, walky-talkys, etc.

  1. Gastos de desplazamiento en temporada.

Los gastos de desplazamiento en  temporada corresponden principalmente al combustible y a la contratación del imprescindible conductor/ayudante. Además se producen  otros gastos como alojamientos y restaurantes cuando se caza lejos de la perrera, y siempre hay que añadir imprevistos como tener que volver a la finca al día siguiente para buscar perros perdidos.

  1. Gastos administrativos y licencias

Comprenden todas las altas y bajas de los perros (microchips), seguros de rehala, vehículo e instalaciones, licencias de rehala y batidor (como mínimo cuatro autonomías) y otros requisitos legales como son los contratos con empresas de servicios para la retirada de medicamentos y también para la retirada de animales muertos, etc, etc.

Estos son los gastos a los que de manera directa se enfrenta un rehalero y a ellos hay que añadir  las horas que él mismo dedica en el cuidado de los perros y de las instalaciones. Algunos dueños de rehala a todo lo anterior tienen que sumarle el salario y la seguridad social del podenquero que tengan en nómina con dedicación exclusiva.

Estos gastos se pueden intentar disminuir  buscando ahorros que aligeren algo el montante total, si bien, a parte de que el  resultado es casi insignificante hay que tener en cuenta  que esos ahorros van en contra de la calidad en la alimentación o en contra del bienestar de los perros. Por ejemplo, se puede intentar disminuir el coste de la alimentación aportando carne en lugar de pienso, lo que no está recomendado por ningún veterinario.

También se puede ahorrar no disponiendo de conductor/ayudante; conduciendo uno mismo, batiendo uno mismo, buscando perros después de la montería uno mismo y volviendo cansado a la perrera conduciendo de vuelta uno mismo, además de enfrentarse sin ayuda a las heridas de los perros teniendo que coserlos y curarlos, o a los pinchazos del vehículo, o posibles averías, etc. Resulta un esfuerzo ímprobo tener que cargar temprano los perros, conducir, batir, recoger, recorrer otra vez la sierra buscando los perdidos, coser los  heridos, y volver a la perrera.

De la sanidad ni hablo, no se debe ahorrar nada en este apartado. Por ejemplo, quien no vacuna la totalidad de los perros una vez al año con la tretavalente o la  heptavalente, está expuesto a que sus perros se infecten de moquillo o hepatitis como ha ocurrido algunas veces por zonas de España, en la que una peste de moquillo se ha llevado por delante a un buen número de perros.

El colectivo de rehaleros está asfixiado y sus posibilidades económicas para mantener esta situación están desde hace mucho tiempo agotadas, con el agravante de que  este año nos encontramos con la fuerte subida de los piensos y de los carburantes, por lo que dos de las principales partidas se verán incrementadas en una cantidad considerable, empeorando aún más la situación.

Con lo que  la mayoría de los organizadores paga, los rehaleros casi no cubren ni los gastos de desplazamiento y ayudante, lo que ha motivado a que muchos de ellos se hayan visto obligados a ofrecer rehalas dobles para intentar que la pérdida no sea tan cuantiosa o incluso hayan abandonado la actividad.

No obstante, también hay que denunciar las excepciones y hacer hincapié en el hecho de que existen algunas rehalas, pocas pero algunas, que no funcionan de esta manera, acudiendo con pocos perros que además no valen, mal cuidados, con vehículos inadecuados, con perreros que no se preocupan de los perros y que de una rehala hacen tres. Estos son los que dan mal nombre a los rehaleros serios y provocan que los organizadores paguen al conjunto una cantidad  totalmente insuficiente.

Desde el conocimiento de los costes que requiere mantener una rehala, y procurando excluir  las excepciones anteriormente mencionadas, que no deberían pisar la sierra, invito a  los organizadores a que  hagan una reflexión  sobre la crisis que el mundo de la rehala sufre  y actualicen las contraprestaciones que dan a los rehaleros, contribuyendo a la supervivencia de las rehalas que de otra manera irán desapareciendo, y con ellas la auténtica montería.

El futuro de las rehalas está en que la afición que los dueños de rehala tienen por los perros y la montería no implique una  ruina para sus economías.

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